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Parece que uno no puede quedarse sin decir nada de lo que está ocurriendo en los países árabes en los últimas semanas de este primer mes del nuevo año. Primero Tunez, ahora Egipto, mañana el resto. Son todos países que se caracterizan porque el status quo ha permitido que una Dictadura que no respeta los derechos humanos gobierne, y gobierne con tal de que gobiernos islámicos no se establezcan en la zona de la mano de unas elecciones democráticas. En definitiva es uno más de los fracasos de las políticas occidentales con los pueblos árabes. Quizás, en esta pequeña crónica de urgencia, solo se me ocurra decir que todo gira en torno a una política de corte racista, en el sentido que los árabes son diferentes, ignorantes, incultos, poco civilizados (¡qué contradicción!), y no saben lo que tienen que hacer cuando se les da la opción de votar. Es preferible que no lo hagan, opinan las cabezas pensantes de Occidente. Nadie se acuerda que Hitler llegó al gobierno de la super-perfecta Alemania por unas elecciones democráticas y que no por eso se les prohibió a los alemanes seguir votando por miedo a lo que harían. Minusvalorar a los pueblos suele ser una acción largamente empleada por los países occidentales, primero con el colonialismo real y luego con el colonialismo económico. Y así nos va, hasta que de una vez por otra, el eje del Mundo coja por otros derroteros, aunque tampoco hay que ser muy optimista... Mientras, seguiremos expectantes a los blogueros de Tunez y Egipto, porque ellos saben decirnos lo que está ocurriendo, que no es más que el grito de libertad del ser humano, sea cual sea su religión o su idea del Mundo, los Campos Elíseos se han trasladado a los puentes sobre el Nilo. No es Mayo, es Enero, da igual. En el fondo tomos somos iguales, afortunadamente la sangre es caliente y roja.