Héctor es un ibense educado en el Colegio Salesiano y en el Instituto Fray Ignacio Barrachina, al que le gustaban los idiomas. Se decantó por estudiar Derecho y Economía en la Universidad Carlos III de Madrid, buscando un amplio abanico de salidas profesionales. Su paso por la Universidad, en Getafe, en Barcelona, la beca Erasmus en Alemania y un intercambio bilateral en EE.UU. se saldó con un brillante expediente académico. El diamante en bruto empezaba a mostrar su gran valía.
Apasionado por las Relaciones Internacionales, tuvo la suerte de poder hablar con Inocencio Arias, uno de los dimplomáticos españoles más importantes de las últimas décadas, quien le acabó de convencer para que opositara a la Carrera Diplomática. Estas oposiciones pertencen al Grupo 1 (como Judicatura, Registros o Notariado), aunque se diferencia del resto por el elevado nivel de idiomas exigido.
Durante sus dos años como opositor, Héctor tuvo que estudiar una media de 8-10 horas diarias durante 6 días a la semana para preparar el temario y, además, estudiar idiomas. Es un ritmo de trabajo que requiere un gran sacrificio y renuncia a llevar una vida como la mayoría de la gente de su edad. Hace unos meses se celebraron las pruebas. El Ministerio apenas sacó 16 plazas para más de 400 candidatos, lo que puede hacer una idea del nivel. Pues bien, nuestro paisano quedó el número 1. De momento, vaya por delante mi enhorabuena a él y a toda su familia, que ha visto recompensado el enorme esfuerzo dedicado a la formación de Héctor.
Curiosamente, Héctor se sorprende de que alguna de las propuestas del movimiento 15M sea eliminar la carrera diplomática, algo que según él se debe a que la gente no conoce exactamente el trabajo de un diplomático y piensa que se pasa la vida de cóctel en cóctel. La Diplomacia ocupa tres grandes áreas: las relaciones políticas entre Estados, las relaciones consulares y la cooperación para el desarrollo, y todo eso requiere algo más que gin-tonic's y Ferrero Rocher.
Me complace muchísimo dedicar estos párrafos a un jóven ibense, trabajador hijo de trabajadores, brillante estudiante, digno representante de una generación bien preparada, que no se conforma fácilmente y que está comprometido con la tarea de mejorar la sociedad en la que vivimos. Héctor espera que su caso sirva para animar a la juventud ibenses a que luche por lo que quiere en la vida y que no se desanime por el ambiente pesimista en el que nos encontramos inmersos.