La vida se hace dificil en verano en el S de España: el alimento escasea, el agua es dificil de encontrar y las temperaturas superan la barrera de los 40 grados centígrados.
Ante tal panorama, las pequeñas aves que habitan la Sierra de Aracena (Huelva) aprovechan al máximo cualquier recurso que se les presente, ya sea de origen natural o, como es el caso, un tanto exótico.
Durante uno de mis paseos por uno de mis rincones favoritos de esta sierra, el pueblo de Fuenteheridos, me encontré con el protagonista de este capítulo de mi blog: un imponente ejemplar de Moral Morus nigra. Este árbol, con un origen tan lejano como el sudeste asiático, es frecuente en colecciones y jardines de algunos pueblos de las sierras andaluzas, pero mucho menos que las archiconocidas Moreras Morus alba.
Sí, es cierto que es una especie exótica y que no debería estar ahí, pero es justo el ejemplo de que no siempre metemos la pata en esto de introducir especies donde no les corresponde.
El árbol en estas fechas está rebosante de frutos maduros, pero casi hay mas aves que moras. Desde bien temprano, decenas de Mirlos Turdus merula juveniles se atiborran de estos "regalos dulces". Son muy afortunados de haber encontrado esta fuente de alimento. Muchos de ellos no habrían superado estos primeros días de independencia sin este particular "maná".
El paseo para observar aves se convierte en un aguardo. El sol aprieta fuerte (se superan los 30 grados a las 9 de la mañana) y en vez de andar buscando especies, son ellas las que se acercan, así que busco una sombra y me siento a observar. A los pocos minutos, el árbol comienza a cobrar vida. El primero en aparecer es un pollo volantón de Petirrojo Erithacus rubecula que se conforma con la papilla de frutos maduros que mancha de rojo sangre el suelo. Está tan cerca que puedo ver su pardo plumaje y sus pequeñas patas manchadas del pegajoso jugo de las moras. En las partes altas los dueños son los Trepadores azules Sitta europaea y, por el tronco, sube y baja sin cesar un simpático Agateador común Certhia brachydactyla. La aparente calma la rompen 3 ejemplares de Arrendajo Garrulus glandarius. Parece un adulto presentando a sus dos jovenzuelos la despensa veraniega que tienen en su territorio.
Me distraigo viendo a un atrevido Escribano montesino Emberiza cia que se acerca hasta apenas 3 metros de mi, y en ese momento se posa en el suelo, algo más alejado, otro pajarillo. Al enfocar con los prismáticos me doy cuenta que se trata de una de las joyas de la zona: el Colirrojo real Phoenicurus phoenicurus. Esta especie nidifica sólo en los rincones más húmedos de las sierras andaluzas. Su hábitat predilecto en la Sierra de Aracena son los frescos castañares, pero se ve que les compensa desplazarse unos cientos de metros para alimentarse de estos jugosos frutos, cuando los insectos escasean. Veo al menos a dos adultos al mismo tiempo y a un pollo del año acompañando a uno de ellos...hacía mucho que no veía a un juvenil de esta especie!!!
Sobre las 11:30 decido retirarme y dejar que se alimenten tranquilos a toda esta horda de pajarillos. De camino al coche pienso qué sería de todas estas aves sin un recurso alimenticio tan importante como este Morus nigra. A buen seguro que la persona que plantó este árbol hace 40 o 50 años ni se imaginaba el bien que hacía por el ecosistema de la zona...