Desde su creación he considerado a este blog como una parte de mí. Cada post habla sobre mis vivencias y sobre todo aquello que me hace reflexionar en mi transitar por la vida.
En no pocas ocasiones, una incómoda sensación de desnudez frena mis deseos de ponerme a teclear en mi portátil al considerar “demasiado personal” el tema que en esos momentos lucha por que le brinde un espacio en el “nuevo documento de Word”.
Esta vez no haré caso de esa parte mía excesivamente racional y prudente, y soportaré esa sensación de desnudez que me produce.
He de confesar que poseo una especie de radar detector de la sensación de felicidad que las personas perciben sobre sí mismas y sobre sus vidas. Lo activo sin darme cuenta, y demasiado a menudo compruebo que las personas no son felices , o al menos no tanto como podrían serlo teniendo aparentemente todos los medios a su alcance.
Cierto es que son muchos los factores que influyen en nuestra valoración acerca de si en general somos felices o no. Algunos dependen de nosotros, como la actitud que adoptemos ante aquello que nos acontece. Y otros quizá no tanto.
Sin embargo, recordando a todas las personas a las que he tenido la enorme suerte de acompañar en sus procesos personales, a mis amistades, familiares, y sobre todo a mi misma, pienso que lo que más nos separa de la felicidad es la enorme brecha que se establece entre aquello en lo que nos hemos convertido con el paso del tiempo, y lo que sentimos que somos realmente, y con esto me refiero a todo aquello que considerábamos importante cuando éramos algo más jóvenes e inocentes, lo que nos hacía vibrar, emocionarnos, sentir, movernos, en definitiva, lo que queríamos para nuestra vida….
De un tiempo a esta parte yo misma contemplaba como esa brecha cada vez se iba haciendo más grande y evidente en mi vida, y en la del que hasta ahora ha sido mi compañero de viaje. Ahora nos encontramos en pleno proceso de separación, buscando cada uno de nosotros cierta coherencia con aquello que somos realmente.
Y al igual que me ha sucedido muchas otras veces , algo en forma de vídeo llega a mi “por casualidad” a través del blog de Iciar Piera, que refleja con bastante exactitud la esencia de este post.
Espero que os emocione tanto como a mi.