Son numerosas las lenguas que, si bien tuvieron un papel relevante en tiempos pasados, acabaron siendo sustituidas por otras una vez cambiaron las circunstancias políticas, económicas o sociales que las mantenían como lenguas de prestigio.
Una de estas lenguas es el copto, última fase de la lengua egipcia. Esta solo se ha mantenido hasta nuestros días como lengua litúrgica de la Iglesia Copta, pero en el uso diario el árabe en su dialecto egipcio se ha impuesto como idioma del país del Nilo.
Descontando comunidades inmigrantes más recientes, el copto, o la lengua egipcia en cualquiera de sus fases, nunca ha tenido una extensión geográfica demasiado amplia, a diferencia del fenicio, el griego o el latín, consecuencia seguramente de la gran fertilidad del valle del Nilo, que no ha motivado a sus habitantes a salir del país.
Pero precisamente la gran importancia económica, política, religiosa… de Egipto a lo largo de los siglos ha permitido que su lengua autóctona acabe otorgando algunos préstamos a las lenguas de países lejanos. Incluso existen topónimos de origen egipcio en el Mediterráneo occidental ¿Cómo ha sido posible esto?
Uno de los destinos turísticos más populares de España es sin lugar a dudas la isla de Ibiza, la mayor integrante de las Islas Pitiusas, subarchipiélago occidental de las Baleares. Sin embargo es posible que muchos de sus visitantes no se imaginen que esta isla fue bautizada así en honor a un dios egipcio.
Las culturas del Mediterráneo oriental siempre han sido receptivas a numerosas influencias religiosas entre ellas. Prueba de ello es que a partir del 1750 a.C. aproximadamente el culto a los demonios/genios/divinidades egipcias Taweret y Bes llega hasta Creta, donde encontramos numerosas representaciones suyas, usadas como amuletos para la protección de niños, mujeres y recién nacidos.
Los cretenses, sin embargo, no se expandieron demasiado por el Mediterráneo, por lo que habrá que esperar hasta los fenicios para que el culto a Bes hasta las Islas Baleares. Tras asentarse en el sur de Ibiza sobre el siglo VII a.C. debido a su posición estratégica para comerciar metales con la Península Ibérica, decidieron consagrar las islas de Ibiza y Formentera al dios Bes. Por eso en las monedas fenicias muestran las inscripción YBSM (Recordemos que en la mayoría de escrituras semíticas no se inscriben explícitamente las vocales), que puede ser interpretado como “Islas de Bes” (La m final nos indica el plural).
La presencia del culto a Bes en la isla de Ibiza queda demostrada no solo por esta evidencia etimológica, sino que además es confirmada por el descubrimiento de numerosas terracotas y amuletos representando a este genio.
El topónimo de Ibiza permanece, por tanto, como testimonio de una época de influjos orientales en el Occidente mediterráneo. Sin embargo, no es este un período único en ese sentido, pues no hemos de olvidar la larga presencia árabe en la península y que, irónicamente, también sirvió de vehículo para términos de la lengua copta, a pesar de la progresiva sustitución de la lengua egipcia por el árabe.
En primer lugar hemos de tener en cuenta que la sustitución del copto por el árabe no fue total, dado que numerosas palabras del dialecto árabe egipcio provienen de la antigua lengua, como “aa” (Sí), “barsim” (Alfalfa), “mbu” (Agua potable)…
Pero llama especialmente la atención la palabra “tuba”, proveniente del copto “toobe” (Recordemos que en árabe no existe el sonido o ni e, por lo que se sustituyen por u y a respectivamente), con el significado de ladrillo. Esta palabra llego hasta al-Ándalus, donde a su vez pasó al castellano con el artículo al- (Al encontrarse delante del sonido t cambia a at-), dando lugar a la palabra “adobe”, que a su vez ha pasado a numerosas otras lenguas, como el inglés.
Aunque estos son solo un par de ejemplos, demuestran como, a pesar de su pequeña extensión geográfica, existen lenguas que por su prestigio cultural, el poder económico de sus hablantes… pueden influir a miles de kilómetros de distancia y como podemos encontrar restos de lenguas desaparecidas en los lugares más insospechados.
BIBLIOGRAFÍA
- “La supervivència de la toponímia precatalana d’Eivissa i Formentera i l’Onomasticon Cataloniae” de Enric Ribes i Mari
- “The Arrival of Egyptian Taweret and Bes[et] on Minoan Crete: Contact and Choice” de Judith Weingarten
- Museum of the World (britishmuseum.withgoogle.com)
- “The Ancient Colonization of Ibiza: Mechanisms and Process” de Juan Ramón
- “Un nuevo amuleto del dios Bes procedente de Ibiza existente en una colección particular” de Francisca Velázquez et al.
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