Bar Sport
No tiene un nombre especialmente llamativo, de acuerdo, probablemente puede sonar a la típica tasca de barrio sin demasiado interés o al irlandés donde se ofrecen partidos de fútbol y cerveza a discreción, pero nada más lejos de la realidad. El bar Sport es todo un clásico de San Sebastian y cuenta con una extensa carta de pinchos, muchos de ellos merecedores de una visita para probarlos por sí solos. Aquí os dejo unas fotos donde podéis ver algunos de los pinchos expuestos en su barra.
Entre ellos, cabe destacar los chipirones, el changurro al horno o el solomillo. Pero sobre todos, brilla el pincho de foie a la plancha. Se trata de un pincho realmente sencillo, sin florituras, pero realizado con una materia prima espectacular y cocinada en su punto justo. Un simple trozo de pan, cubierto de piezas de foie a la plancha, pimientas y sal Maldon. Poco que decir, salvo que si tenéis ocasión y si os gusta el foie, no podéis dejar de probarlo. En mi última visita lo tomé junto a una sidra y un pincho de tortilla. Eso sí, la tortilla dejaba algo que desear: algo sosa y seca. No creo que merezca la pena, teniendo en cuenta la calidad de otros pinchos. En total, estas tres cosas me costaron 5,7 €.
Sin duda, uno de mis lugares preferidos de todo San Sebatian. Regentado por Néstor y familia, no se trata de la típica taberna con la barra llena de distintos pinchos, pues de éstos sólo tienen gildas (banderillas de anchoa, guindilla y aceituna), que están realmente buenas. Su oferta gastronómica es fija y en un primer vistazo muy limitada. Preparan siempre los mismos entrantes, a saber, tomate aliñado, pimientos de guernica, variedad de ibéricos (queso, lomo, jamón...) y tortilla, que sólo hacen en dos tandas: a la una de la tarde y las ocho.
En esta ocasión no tuve la suerte de poder tomarme uno de estos chuletones, ya que andaba escaso de tiempo y ya había picado en varios sitios antes (para comerte uno en soledad necesitas ir en ayunas y con hambre, al menos en mi caso), así que me limité a una ración de tomate y media de pimientos, que por sí solas ya llenan bastante. Me doy cuenta que no he destacado lo suficiente el tomate. Me encantan los tomates, viviría prácticamente a base de ellos, y, aunque parezca mentira, cada vez resulta más difícil encontrar un restaurante donde estén realmente buenos. En el Néstor se nota que son de huerto, siempre ofreciéndote el tipo que toque según la temporada, y están aliñados a la perfección, con un buen aceite y sal Maldon.
Estos dos platos (tengo que reconocer que parte de los pimientos ya habían desaparecido cuando se me ocurrió hacer la foto) junto con dos cañas (servidas en jarrita) me costó 14 €, que pocas veces me sabe tan bien gastar.
En cualquier caso, no dejéis de probar ninguno de estos dos lugares tan especiales. Estoy seguro de que no os defraudarán.