Un Parlamento español de cobardes

Publicado el 18 abril 2013 por Cronicasbarbaras

El Parlamento, que representa la democracia y la soberanía de los españoles, ha cancelado el Pleno del próximo 25 de abril acobardado por la amenaza de asedio indefinido lanzada por agitadores espontáneos, desconocidos y sin legitimidad electoral alguna.

La convocatoria de aislamiento, anunciada desde las redes de internet, que se hace coincidir con el 39 aniversario de la caída de la dictadura portuguesa, pretende disolver las Cortes y derogar la Constitución.

Los sitiadores, ultraizquierdistas o, no se sabe bien, quizás ultraderechistas, crearán luego “un nuevo modelo de organización política, económica y social, verdaderamente justo y solidario”.

La pretensión es tan loca, tan inaceptable, que sólo unos timoratos, empezando por su presidente popular, Jesús Posada, pueden cambiar su calendario por temor a que una masa sin representatividad los encierre en el edificio.

Se llevara adelante o no la amenaza, las fuerzas de seguridad del Estado están para proteger ese lugar que simboliza la democracia que, por defectuosa que sea, siempre es mejorable.

El llamamiento de una simple web gratuita, www.plataformaenpie.wordpress.com, bastó para que los 350 diputados cancelaran el Pleno, alegando que no había mucho que discutir, cuando, precisamente, deberían mostrar gallardía y no envalentonar al populacho.

Churchill tuvo que decirle a Chamberlain, apaciguador acobardado ante Hitler, que “Preferisteis el deshonor a la guerra, y ahora tendréis el deshonor y también la guerra”.

En el caso español, este apaciguamiento recuerda la pasividad de los diputados a la entrada del general Pavía en el mismo Parlamento en 1874 para derrocar la I República, y la de los parlamentarios del 23F, de ellos 347 cuerpo a tierra, y solamente en pie tres electos dignos, Suárez, Carrillo y el general Gutiérrez Mellado.

Los ciudadanos españoles deben ser los grandes indignados ante esta cobardía deshonrosa, inaudita, incluso increíble.

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SALAS En estos casos el cronista no puede evitar la reproducción de obras maestras, como el Guernica de Picasso, o Los Piquetes Informativos de Salas.