Un paseo por el campo

Publicado el 30 marzo 2019 por Angeles

Iba por el campo un perro, arrastrando la nariz por el suelo. De vez en cuando se detenía,volvía la cabeza hacia el hombre y lo miraba como diciendo: «Adelante, todo despejado».

Al pie de un gran árbol el perro se entretuvo más de lo habitual, aplicando la nariz con especial interés.Entonces levantó la mirada de nuevo, y esta vez además ladró como nervioso. «Qué habrá visto ahora el detective canino», se dijo el hombre mientras se acercaba al perro y miraba hacia abajo para seguirle el juego. —Ah, vaya, pero si es una flor. Muy bonita, inspector. Anda, vamos, que está apretando el calor.Pero el animal se quedó clavado en el sitio y volvió a ladrar, y el hombre le vio algo en la mirada que lo obligó a tomar en serio su insistencia. Entonces se agachó, miró la flor con más atención, y casi se cayó del sobresalto.El perro lo miró ufano, mientras el hombre, atónito, alargaba la mano para tocar la flor.—No la arranques —dijo una vocecilla desde el interior de la flor.Y el hombre, dudando de lo que veía, retiró la mano al instante. —No le digas a nadie que me has visto, por favor —dijo de nuevo la voz—, pero si puedes, tráeme un poco de agua, ¿quieres?Siempre que salía a pasear por el campo, el hombre llevaba agua, para él y para el perro, así que sacó su botella, la destapó, y sintiéndose un poco tonto preguntó:—¿Te la echo por encima o en el suelo?Y el niño diminuto que se acurrucaba en la corola respondió:—Por encima, por favor, pero despacito.Con mucho cuidado el hombre dejó caer el agua en el interior de la flor, mientras veía cómo el niño, risueño, bebía y se bañaba. Y el perro, con la cabeza inclinada, observaba en silencio.



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