El Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK) ha dado un paso histórico en el camino hacia la paz definitiva en Euskadi, al hacer pública su adhesión al Acuerdo de Gernika, suscrito hace ahora un año por la izquierda abertzale, Eusko Alkartasuna, Alternatiba y Aralar. En este documento se emplazaba a ETA a que declarara “un alto el fuego permanente, unilateral y verificable por la comunidad internacional” como “expresión de voluntad para el abandono” de toda expresión de violencia. La decisión del Colectivo de Presos Políticos Vascos representa, sin duda alguna, la conclusión de un debate en el seno de ETA que, por fin, ha interiorizado la inutilidad de la lucha armada, aunque aún es preciso que reconozca el dolor causado a las víctimas de las acciones terroristas. Sin embargo, este último aspecto tampoco puede ser utilizado como coartada para amparar el inmovilismo del PSOE, el PP o la Justicia. No deja de ser un contrasentido que la misma semana que Arnaldo Otegi y Rafa Díaz Usabiaga son condenados a diez años de prisión por integración en banda armada, ésta de un paso más hacia su propia desaparición.