Mientras PSOE y PP insisten en negar credibilidad al compromiso de la izquierda abertzale con las vías pacíficas y democráticas, como coartada para legitimar la ilegalización de Sortu y la impugnación de Bildu, ETA anuncia el fin del llamado impuesto revolucionario y afianza así el alto el fuego general, permanente y verificable, vigente desde el pasado mes de enero. Esta decisión evidencia que podríamos encontrarnos en la antesala de la superación definitiva de la violencia, en la medida en que la amenaza y la extorsión no cesaron en otros periodos de tregua. Sin duda alguna, muchas personas se sentirán a partir de hoy más libres y seguras, y este hecho constituye en si mismo una gran noticia, que nos permite albergar esperanzas fundadas sobre la consecución de la paz en Euskadi. PSOE y PP tendrán razones para la prudencia y la cautela, pero en este contexto no es comprensible, ni admisible, su cerrazón y menos aún su obsesión por impedir que la izquierda abertzale regrese a las instituciones a hacer política en un escenario de no violencia, que es justo lo que siempre hemos reivindicado, incluso en tiempos del pacto de Ajuria Enea. Rubalcaba no tendrá más remedio que cambiar antes o después su discurso y más vale que lo haga de motu propio y no obligado por un auto del Tribunal Constitucional. La política con mayúsculas está para facilitar consensos y buscar soluciones a los problemas, y en ningún caso, como hacen PSOE y PP, para generar confrontación y boicotear procesos ilusionantes, supeditando el diálogo y la convivencia a los intereses partidistas.