Si continuamos nuestro recorrido de frente entramos en la calle Mercaderes, donde se encuentra la famosa curva donde se suelen caer los toros del encierro la conocida calle Estafeta. Si continuamos por ella nos damos cuenta que termina en la plaza de toros. No obstante, una de las mejores cosas que tiene esta calle son las tapas y los pintxos que podéis encontrar en cada uno de sus bares.
Otro lugar típico de bares es la plaza del Castillo, en la que podéis ver un kiosco en el medio de la plaza. No obstante, nosotros no entramos a ninguno, pero si vais con tiempo podéis probarlos, ya que es una de las zonas más concurridas de la ciudad. Para terminar con el casco histórico no podía dejar de nombrar su catedral. Nosotros la vimos sólo por fuera, ya que cobraban por entrar y la verdad es que el exterior no nos llamó lo suficiente como para pagar una entrada.
Nuestro primer pintxo lo tomamos en la calle Mercaderes en una cafetería llamada El Mentidero. Fueron ocho euros por dos cañas con limón y dos pinchos, uno de picada de jamón con queso con queso de cabra y otro de queso de foie con queso brie y coronado con un canuto de pasta filo. Los pintxos estaban ricos, pero quizá eran un poco escasos para el dinero que costaban.