"Un perro", de Alejandro Palomas: reencuentro con una familia inolvidable

Publicado el 03 junio 2016 por Lidiacasado
   Voy a celebrar que mi querido (y ya es querido no solo por lo literario, sino porque me parece un escritor humano, cercano y entrañable) Alejandro Palomas estará en Azuqueca el próximo 8 de juno para rescatar la reseña de Un perro que publiqué en Anika entre Libros hace unos meses. Y aprovecho para enlazar también la entrevista que le hice al autor al hilo del libro.
Título: Un perro

Título Original: (Un perro, 2016)
Autor: Alejandro Palomas
Editorial: Destino 

Colección: Áncora y Delfín

Copyright:
© Alejandro Palomas, 2016
© Editorial Planeta, S.A., 2016
Edición: 1ª Edición: Enero 2016
ISBN: 9788423350223
Tapa: Blanda
Etiquetas: familia, animales, enfermedades, mascotas, literatura española, novela, novela sentimental, perros, homosexualidad, emociones, vejez, sentimientos
Nº de páginas: 336



Argumento:

Mientras espera noticias sobre su perro atropellado, Fer descubrirá el valor de la familia, la importancia de tener alguien con quien contar en los momentos más difíciles y el amor incondicional que tanto su madre y sus hermanas como su mascota sienten por él. Y viceversa.

Opinión:


  Alejandro Palomas retoma los personajes que ya nos enamoraron en "Una madre" para regalarnos una suerte de continuación de aquella historia que, no obstante, puede ser leída de forma independiente, puesto que muchos de los principales datos y acontecimientos que fuimos descubriendo página a página en aquella novela vuelven a aparecer aquí, quizá como recordatorio, quizá como acicate para leer aquella primera obra, si es que uno empieza por esta segunda, o, simplemente, como episodios que han dejado mella en cada uno de los personajes de la obra. Como muescas de su historia personal que no solo han dejado su impronta en la personalidad de cada uno, sino que han moldeado su carácter hasta hacerles justo como son ahora.  Y es que esa, precisamente, es una de las ideas que recorre la novela de Palomas: somos los que hemos vivido. Somos todas y cada una de las cosas que nos han pasado, buenas y malas. Pero también somos lo que somos gracias a las personas con las que hemos podido compartir esos momentos. Y también gracias a quienes no estuvieron en ellos, ya sea por abandono o por fallecimiento.  Así, lo presente y lo ausente, los apoyos actuales y los que se quedaron por el camino por diferentes motivos son otro de los temas principales de esta novela que, en el fondo, es un canto a la familia y a quienes se mantienen cerca de nosotros en las buenas y en las no tan buenas. Personas que también tienen sus taras y sus problemas, que quizá también cuentan con nosotros en sus malos momentos, y que resultan imprescindibles para sobrellevar etapas tan críticas como la que nos cuenta Palomas en esta novela: las horas que pasan desde que R, el perro de Fer, el protagonista de la obra, es atropellado, hasta que conocemos el desenlace de su accidente. Horas de angustia, de incertidumbre, de dolor y hasta de arrepentimiento por no haberse comprometido lo suficiente con un animal que llegó de rebote y al que en un principio no quiso acercarse, tal vez por respeto su perro anterior, Max, recién fallecido, quizá por miedo al compromiso, quizá por el temor a cometer la estupidez, como decía la abuela Ester, de querer a alguien que sabes que morirá antes que tú. Es decir, por miedo a la vida, al amor, a abrirse a los demás.  Este argumento central está preñado de flashbacks que nos van contando qué ha sido de los miembros de la familia desde que los dejamos en aquella Nochevieja que compartimos con ellos en "Una madre" y que, en este caso, también ahondan en la figura de la abuela Ester, la madre de Amalia, una figura que ha marcado tanto a esta como al propio Fer.  Me encanta esta manera de jugar con el tiempo de Alejandro Palomas porque conecta directamente unos hechos con otros y rompe la narración cronológica de lo que podría ser una noche para llevarnos a otros años, a otros momentos de la historia de Fer y su familia, a otros acontecimientos relacionados con lo que están viviendo en esas horas de angustia pero que también nos hablan de memoria, de la capacidad del ser humano para seleccionar qué pasajes de su vida recuerda, cuáles guarda como un tesoro, cuáles olvida por simple supervivencia o cuáles se quedan enquistados en nuestro corazón, pudriendo la relación que mantenemos con alguien.  Este manejo del tiempo es una de las técnicas literarias empleadas en esta novela que más me han gustado, junto con la manera en la que el autor va enhebrando los capítulos: las ideas que sirven para cerrar uno abren el siguiente, ahondando en esa metáfora de la memoria como ristra de cerezas de la que no puedes coger solo una, porque siempre lleva otra emparejada.   Este uso del tiempo va a favor de la intriga de la novela, al tiempo que da unidad a la obra, algo que también consigue el autor gracia a una serie de ideas o conceptos que van recorriendo toda la novela (la balsa, las coincidencias buenas o malas, las machas, las piezas, los rompecabezas, los nombres, las rodillas, los secretos…) y que acaban convirtiéndose no solo en eje de las reflexiones que Palomas quiere poner sobre la mesa, sino también en metáforas llenas de poesía y de sentimientos que van embelleciendo la novela en cada página.  La narración en primera persona, la mezcla de tiempos, el tono reflexivo, las historias humanas y llenas de sentimientos y, sobre todo, el manejo de las emociones que elautorlleva a cabo a lo largo de toda la novela (las emociones de los personajes pero también del propio lector) hacen de esta una novela genuinamente Alejandro Palomas, con sus preocupaciones, temas recurrentes y manejo del material humano que siempre incluye en sus obras.  Me he vuelto a enamorar de Amelia, de Fer, de Emma, de Silvia y hasta de R, y eso que yo no soy amante de los perros, porque me dan alergia. Pero creo que este es uno de los éxitos de esta novela: no es una obra para amantes de los perros; es una obra para cualquier tipo de lector. Y gracias a ella, podremos descubrir lo que para quienes aman a los perros sienten por ellos, lo que puede llegar a significar convivir con un perro.  En este sentido, creo que a lo largo de la obra hay una identificación total entre animales y personas. No es que se personifique a los perros que aparecen en ella (Max, Shirley, R) sino que se les trata exactamente como a personas, justo como hacen muchos (¿casi todos?) los dueños de animales. Es más, en ocasiones, Palomas utiliza expresiones como "adiestrar" para referirse a lo que algunas personas hacen con otras, lo que incide claramente en esa ruptura de fronteras entre lo animal y lo humano e, incluso, plantea la reflexión sobre si hay humanos más inhumanos que algunos animales.En definitiva, una obra llena de sensibilidad y emociones, puramente Alejandro Palomas, que nos propone reflexionar sobre lo que nos hace humanos y sobre lo que (y los que) nos mantiene a flote en nuestros naufragios cotidianos. Enlace a la reseña original.
   Nos seguimos leyendo.