Alex DeLarge es mi personaje favorito de toda ficción existente. Siempre hay uno que tiene que destacar, y es Alex. Quizá no sabría decir muy bien por qué. Sé por qué lo adoro, claro, pero no sé si sabría explicar por qué el cariño que le tengo es superior a cualquier otro personaje que también amo.
Alex es bastante distinto a sus drugos. El resto me parece un grupo de adolescentes aburridos, sin muchas luces, que no tienen nada mejor que hacer, se divierten con la violencia y les gusta ganarse dinero a base de hacer el burro. Pero sin
Alex es muy inteligente. Y culto. No estamos ante un inútil que pasa de todo y que ni siquiera tiene curiosidad por nada, que se traga lo que le echen. Adora la música clásica, y detesta la música de moda que triunfa tanto. Y, en fin, solo hay que escucharle hablar. Probablemente, no haya muchos de su edad -supuestamente, Alex tiene 15 años al principio de la historia, si no recuerdo mal- con esos intereses, esos gustos, esa astucia...ni que tenga las cosas tan claras.
Alex sabe cuáles son sus pasiones. La música clásica, por un lado. Y por otro, la ultraviolencia. No, no es simplemente por pasárselo bien o por puro aburrimiento. Siente verdadera pasión por los actos violentos, es lo que más le hace disfrutar en la vida. Cada uno tiene su moral y aquello que le hace sentir mejor que nada en el mundo. Y Alex lo sabe, lo tiene clarísimo. ¿Porque, por una convención social, esté establecido que con lo que más disfruta está mal va a renunciar a ello?
Además, qué queréis que os diga, me cae jodidamente bien. Y me hace sonreír, y reírme y disfrutar tanto como él cuando canta Singin' in the rain o cuando deja claro quién manda entre sus drugos. También tiene esto parte de su encanto: me hace disfrutar de su moral, que es distinta a la mía; de su manera de ver y disfrutar del mundo. Aunque también me hace sufrir cuando él sufre...no puedo pasarlo peor en la escena en la que está encerrado en una habitación y le ponen a Bethoven.