Se ve que tienen, los chilenos, una buena tierra y un buen saber hacer para que sus vinos, de la variedad que sean, se muestren con carácter, pero bien orquestados y sin sobresaltos. Luego uno puede gustar más o menos de unos u otros, pero la nota general era de un notable alto, sin dudas.Allá probamos lo que el tiempo y las enzimas hepáticas nos permitieron. Porque no nos vengan con esas de probar y escupir. No señor! Eso que lo hagan otros.Por suerte, como viajamos en coche, cargamos lo que pudimos, y lo fuimos bebiendo poco a poco, porque es como que uno se los quiere atesorar, por esto de que no es tan fácil conseguirlos, claro.Pues como les decía, el antepenúltimo de los vinos que nos quedaba era un Pinot Noir gestado en el hermoso Valle de Casablanca, cerquita del Pacífico. Sé que el Pinot es como un vino para “dioses”. Se supone que deben confluir una serie de factores e intervenciones y una respuesta adecuada de esta caprichosa uva para lograr un buen vino. O sea que, o sale todo redondo en el viñedo y la bodega, o nada de nada… Pero si las hadas se ponen de acuerdo, si todas las circunstancias son buenas, saldrá un vino simplemente maravilloso.No hemos probado muchos Pinots, todavía estamos haciendo el paladar a sus expresiones, pero ya vamos reconociendo esos matices amargos que estimulan sin duda..., de eso vegetal que asoma tanto, balsámico... saben a lo que me refiero, verdad?Características que bien afinadas hacen indiscutiblemente un vino muy sugerente, pero que mal puestas pueden hacerlo llorón... No sé bien cómo explicarlo.Y aunque hemos probado poco, nos hemos topado con algunos que nos gustaron más y otros menos, y algunos mucho, como este chileno, que ya les cuento:Se trata de un Pinot Noir de la Bodega Casas del Bosque. Maravillosa atención nos brindaron aquella tarde. Si andan por allí, no se pierdan esta bodega.
En boca también se mostró intenso, sinuoso. La entrada era sedosa pero desplegaba luego toda la intensidad de la fruta, la hierba, la acidez y ese característico amargor del bueno. Dejando tras de sí un regusto muy agradable, largo, de esos que te invitan a más. La madera, solo otorgaba ese toque meloso, matizando las expresiones y logrando un vino muy armónico en su conjunto.En general puedo decir que se trata de un Pinot más estructurado, no tan efímero como otros, con bastante peso y persistencia, pero a la vez muy expresivo y delicado.Y que nos gustó mucho, vaya.
Gracias por leernos,