Y es que todo lo bueno de Un plan perfecto (Gambit), además de las maravillosas pinturas del señor Monet, sale del protagonista de Un hombre solteroy El discurso del rey. El papel de Firth recuerda a veces a aquellos de Peter Sellers en La Pantera Rosa o El guateque, y de Ryan O’Neal en ¿Qué me pasa, doctor?, películas de enredos de las que bien podría beber el film de Hoffman, o al menos su mejor secuencia, en el hotel Savoy de Londres. Con la excepción de los animados títulos de crédito del inicio, los hermanos Coen concentran su homenaje a la comedia clásica en esa única escena, convirtiéndola en una desternillante sucesión de meteduras de pata del personaje de Firth, de la cual son testimonios dos brillantes aunque efímeros secundarios.
El resto de la cinta es sólo una confrontación de tópicos norteamericanos y británicos, con un argumento pobre y una dirección bastante ordinaria. Lo que podría haber sido una alocada y divertida comedia se queda, pues, a medio camino. Entretenida pero demasiado simple, Un plan perfecto (Gambit) es el pasatiempo cinéfilo de esta semana, aunque sólo por ver a Colin Firth y reír con la secuencia central, ya vale la pena.
Lo mejor: los títulos de crédito al inicio del film, Colin Firth y la secuencia del hotel, impecable y divertidísima.
Lo peor: que la tontería se impone constantemente a lo que podría haber sido una buena comedia.
Nota: 7
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