Alexander Kitaev
Cuando lean esto, mis queridos niños y niñas, y si todo va bien, estaré todavía en la cama, durmiendo el festivo que nos concede Espe (la hora de publicación está progamada, no te asustes, compa Manuel; eso sí, me levanto, de lunes a viernes, a las cinco, como dios manda).
También hay muchas posibilidades de que esté ya levantado, viendo si me ha tocado la primitiva, consultando el pronóstico del tiempo y echando un vistazo a los blogs de la derecha, que no leo cuanto quisiera.
Nosotros y nuestras rutinas, el discurrir -muchas veces exacto- de los días, laborables y festivos, feriados o no. Los horarios, las citas, los trayectos, ese ir para venir, venir para ir en el que -más de lo que quisiéramos- consiste nuestra vida.
A mí me apetece hoy dar un paseo por cualquier de los dos sitios de las fotografías que he dejado arriba. Me apetece un poco de niebla, un pueblo vacío, un camino por el campo, una chimenea, un libro de Faulkner y un poema de Mario Luzi, unas campanas lejanas cuando sea de noche, una manta y un sueño muy largo.
Pero también me gustaría ser hoy Axl Rose, el Rose que me dejaba alucinado cuando, en el concierto de homenaje a Freddie Mercury, el 20 de abril de 1992, en Wembley, aparecía de esta guisa y me deslumbraba: por su chifladura, por su falta absoluta de pudor, por su capacidad de trasgredir. Escribir poemas como Axl Rose aparece en este inicio del concierto, buscar un poema que se mueva como él. También pueden ver a Rose terminar Bohemian Rapsody (enlace), junto a Elton John. Feliz fin de semana.
Hace un año y tres días: Memoria, un poema de Josep María Nogueras
Hace un año y un día: Los padres antes de los padres (Luis Muñoz y Alice Munro)