U N O DR T S OE S C UO R T A
La tarde, de querencia todavía invernal y cruel y más lánguida que la boca de un asno, le puso ante los ojos un viejo molinillo de palabras en cuadrícula y, sacándolo a la ventana, dejó que el viento ordenara la novela. Comenzaba así:
«Un doctor acusó a otro de curandero. Cuando todo se tornó estruendoso, se desató un cruento trance tras otro trance cruento. Se truncó todo don de curar, todo recto, sano, terso trato contra crudas tretas. Nuestro donoso cuarto se trocó en un antro oscuro. Trance nudoso. Cuesta tanto. Se nos acusó de no contar con un resto de ternura. Truenos rotundos. Costra de acero. Oscura recta. End».Luego, una ráfaga súbita deshizo la flor de palabras y el aire se llenó de vacío.(LUN, 817 ~ Molinillos de oraciones)