Juan Felipe Arroyave Universidad de Seattle (Washington, USA)
A cinco años de la muerte de Blanca Varela apetece rendir un pequeño homenaje a esta gran poeta limeña (1926-2009). Lo haremos tomando como excusa su poema “Poderes mágicos[1].
No importa la hora ni el día
se cierran los ojos
se dan tres golpes con el
pie en el suelo,
se abren los ojos
y todo sigue exactamente igual
http://lacomunidad.elpais.com/ernestdescals/postsLa poeta
Blanca Varela pertenece a una generación excepcional de escritores peruanos formados en la renombrada Universidad de San Marcos, en donde conoció, entre otros, a Sebastián Salazar Bondy, Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren y José María Arguedas. También en San marcos estudiaba su futuro esposo, el pintor Fernando de Szyszlo. Juntos viajaron a París en 1949 y se involucraron de inmediato en la movida literaria y artística latinoamericana en Europa, muy cercana a los círculos surrealistas e intelectuales de la capital francesa. Gracias a las tertulias que reunían a la diáspora de escritores latinoamericanos llegó a conocer, por ejemplo, a André Breton, Fernand Léger y Alberto Giacometti. De su estancia en Europa le quedó una amistad profunda con Julio Cortázar y Octavio Paz.Paz impulsará la publicación de su primer libro de poemas, Ese puerto existe, de 1959. En esta obra temprana se nota una influencia notable de Pablo Neruda, tanto a través de la lectura como por la fascinación que ejercía el poeta chileno sobre Octavio Paz. De ahí, quizás, que se quiera trazar una línea entre su obra y el surrealismo.La extensión de esa línea, sin embargo es bien difícil de mesurar. En París, Varela se expone simultáneamente al surrealismo más puro y al existencialismo sartreano: las imágenes poéticas y, ante todo, las nociones de conciencia y sus estados guardan alguna filiación surrealista, pero la voz poética se nos presenta siempre asentada con toda propiedad en una esfera muy racional, muy lúcida, muy real.En la obra posterior, dentro de la que podríamos enmarcar la antología Canto villanoy, por ende, a “Poderes mágicos”, Varela implanta en su poética un acento latinoamericano muy definido. El lenguaje invoca ahora elementos de la flora y la fauna sudamericana, toponímicos del territorio peruano, usos del habla popular. La biografía misma de la poeta, que se convierte en madre y esposa, empieza a jugar un papel importante dentro del contenido lírico.Los temas primordiales, sin embargo, siguen siendo afines a su poesía previa: el desarraigo, la soledad, el olvido. Un elemento clave dentro de la obra de Varela es un pesimismo severo que, entre otras cosas, despoja al lenguaje de cualquier capacidad práctica para afectar positivamente la realidad; es probable que “Poderes mágicos” sea el poema más representativo de esta línea temática.
"Me sobrevivirán" - Blanca VarelaCreo que en esta observación está contenida, de manera sucinta, la clave para entender “Poderes mágicos”. Blanca Varela hace uso de la totalidad de sus poderes poéticos para evocar en nosotros un grado de desconsuelo que ella misma debió experimentar, y que nos llega a nosotros de manera patente. Es un logro capital, al que consiguen acceder apenas un puñado de poetas: convencer al lector de que lo que le ha sido revelado en los versos está pintado, efectivamente, con todos los colores de la realidad.
[1] Blanca Varela, Canto villano, México, Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 71.[2] Edgar O’Hara, Tiene más de avispero la casa. Poéticas de Blanca Varela, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2007, p 143.[3]Pilar Gómez Bedate, “El pensamiento mágico en la poesía española de mediados del siglo XX”, Campo de Agramante (Fundación Caballero Bonald, Jerez de la Frontera, Cádiz), Nº 15, 2011, p 37.[4]Ibíd, p 38.[5]Blanca Varela, El libro de barro, Madrid, El Tapir, 1993. p. 25.[6]Blanca Varela, Ejercicios materiales, Lima, Jaime Campodónico, 1993, pp 45-46.[7]Blanca Varela, Valses y otras confesiones, Lima, Instituto nacional, 1972, p.50.[8]Blanca Varela, Canto villano, ed. cit. p. 88.[9] Apud E. O’Hara, op. cit., p. 42