Hoy nos despedimos de los looks tropicales con una fruta un poco más original, en este caso: se trata de la pitanga, una especie también llamada grosella (a mi personalmente, me suena muchísimo más por este nombre), que se caracteriza por sus golosos tonos rojizos, desde el rojo más anaranjado y apagadito, al más potente de los burdeos.
La pitanga es originaria de algunos países de América del sur, aunque también se cultiva en ciertas zonas de Asia, y su fruta, que se consume tal cual o en mermeladas, tiene el punto ácido propio de algunas bayas. Además, la infusión de sus hojas tiene propiedades digestivas, diuréticas y de acción calmante para las afecciones de garganta. En cosmética se utiliza como astringente para la grasa capilar.
Para plantear un look en estos tonos quería jugar con los arriesgados rojos, así que de nuevo me dirigí a mi paleta de 120 colores que, como les explicaba en el post de la piña, tiene tonos rojizos, naranja y terrosos muy variados.
En el look de ojos tenía intención de utilizar un rojo anaranjado, pero temiendo que su efecto diese un aire cansado a la mirada, decidí comenzar por uno más satinado y "aframbuesado" (con más rosa) en el lagrimal, y reservar el rojizo anaranjado para el centro del párpado, como pueden ver en las imágenes.
Como ya han visto, en esta ocasión, como no tenía ningún motivo ni placa que se asemeje ni por asomo a la forma de las pitangas, hice una sencilla manicura con topitos en los diferentes tonos del look que, pese a su sencillez, me ha gustado por simpática y resultona...
Estos fueron los esmaltes utilizados:
...y eso es todo. ¿Conocían la pitanga?
BESOS!