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Un Potencial para la Quimica Prebiotica en Titan

Publicado el 01 mayo 2013 por Resolviendoco @resolviendoco
Los resultados de un fascinante experimento de laboratorio simulando la atmósfera de Titán, la luna más grande del planeta Saturno, sugieren que la química orgánica compleja capaz de conducir al surgimiento de los componentes esenciales de la vida, se extiende hasta más abajo en la atmósfera de lo que se pensaba. Eso implica que esa franja también podría servir de caldo de cultivo de tales materiales prebióticos.
Un Potencial para la Quimica Prebiotica en Titan
Previamente, los científicos pensaban que a mayor cercanía a la superficie de Titán, más simple se volvía la química de la atmósfera. Sin embargo, el nuevo experimento, realizado en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL por sus siglas en inglés) de la NASA, en Pasadena, California, demuestra que eso no es cierto. "El mismo tipo de luz que dirige la química biológica en la superficie de la Tierra, podría también dirigir la química en Titán, a pesar de que este satélite recibe menos luz solar y es mucho más frío. Titán no es un gigante dormido en su atmósfera inferior: sino como mínimo medio despierto en su actividad química". Así de contundentes y sugestivas son las declaraciones de Murthy Gudipati, coautor del estudio que incluyó dicho experimento, y científico del JPL.
Desde que las Voyager 1 y 2 de la NASA visitaron el sistema de Saturno en 1980 y 1981, los científicos ya han sabido a ciencia cierta que Titán tiene una atmósfera espesa, neblinosa, y con presencia de hidrocarburos, incluyendo metano y etano. Estas moléculas orgánicas simples pueden convertirse en moléculas con gran movilidad aérea y que forman una especie de niebla, con enlaces hidrógeno-nitrógeno-carbono, a las que el astrónomo Carl Sagan bautizó como "tolinas".
Las tolinas son sustancias orgánicas complejas que pudieron ejercer un papel clave en el origen de la vida terrestre.
Ya se sabía que la atmósfera superior de Titán permite la formación de moléculas orgánicas complejas, pero ahora el equipo de Gudipati y Mark Allen, también del JPL, ha determinado que la luz solar en la atmósfera inferior de Titán puede activar reacciones químicas orgánicas complejas, no sólo en gases, sino también en líquidos y sólidos.
El equipo examinó una forma de hielo de dicianoacetileno, una sustancia detectada en Titán, relacionada con un compuesto que se volvió marrón después de ser expuesto a la luz ambiental en el laboratorio de Allen hace 40 años.
En el nuevo experimento, el dicianoacetileno fue expuesto a luz láser de 355 nanómetros de longitud de onda. Este tipo de luz puede llegar hasta las capas inferiores de la atmósfera de Titán con una intensidad moderada, tal como sucede por ejemplo cuando un poco de luz atraviesa las gafas protectoras que utilizamos al observar un eclipse solar desde la Tierra. El resultado fue la formación de una neblina de color marrón entre los paneles de vidrio que conformaban la cámara de experimentación, confirmando que, con las condiciones reinantes en la capa inferior de la atmósfera de Titán, es factible, mediante procesos fotoquímicos, la producción de tolinas.
Estas complejas sustancias orgánicas podrían revestir las "rocas" de hielo de agua en la superficie de Titán, y también probablemente filtrarse a través de la corteza, hacia una capa de agua líquida en el subsuelo. En anteriores experimentos de laboratorio, tolinas como éstas fueron expuestas al agua líquida, y, con el paso del tiempo, se formaron sustancias decisivas desde el punto de vista biológico, como por ejemplo aminoácidos y las bases de los nucleótidos que constituyen el ARN.
Estos resultados sugieren que el volumen de la atmósfera de Titán involucrado en la producción de sustancias orgánicas complejas, es mucho mayor de lo que se pensaba, tal como subraya Edward Goolish, director en funciones del Instituto de Astrobiología de la NASA. "Esta nueva información hace a Titán un sitio aún más interesante para el estudio astrobiológico".
El equipo incluyó a Isabelle Couturier de la Universidad de Provenza, en Marsella, Francia, Ronen Jacovi de la NASA, y Antti Lignell de la Academia Finlandesa de Ciencia.
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