UN PROFETA - Audiard es Dios y Rahim su profeta

Publicado el 17 marzo 2010 por Loscriticones

Al terminar la película he querido celebrarla como un gol de champions en el último minuto … me ha aplacado la cara del acomodador.

Sospecho y espero que esta película se vaya a convertir en un referente del cine de su tiempo, en una piedra miliar con antes-y-después, exactamente como Los cuatrocientos golpes, como El padrino. Para mí la prueba de fuego del cine absoluto consiste en no querer salir de una película, no sólo desear que no acabe sino quedarte a vivir en ella. Esto ocurre muy pocas veces y Un profeta es una de ellas.

En cine como en literatura hay dos retos mayúsculos: uno es crear el mundo completo, una cosmogonía; el otro es la biografía, darle vida a un personaje, dotarlo de carne y huesos, como aquí que te meten en los pantalones de un desgraciado y desde ahí, el mundo entero.

Es evidente que hay artistas que han cerrado un pacto maléfico con el diablo, como Audiard, porque de otro modo no se puede saber tanto, tan bien y poder contarlo. ¿Cómo se consigue que los corsos de la mafia actúen para ti o meter en la cárcel a los espectadores? ¿cómo se sabe todo sobre el tráfico de heroína y cómo visten, qué caras tienen, qué dicen los tipos más escorados de la sociedad? ¿cómo se recrean los mundos? ¿cómo se convierte el cine en realidad? ¿Es Tahar Rahim, el protagonista novel, un actor o es su personaje? Si al acabar la película, al despertar, hubiera estado dentro de la prisión de “La central” lo hubiera vivido como lo más natural del mundo.

Audiard que había presentado sus poderes con la brillante De latir mi corazón se ha parado, ha heredado los potentísimos recursos del cine francés (y quizás europeo) para rodar con verdad por delante dejando a un lado el preciosismo técnico pero en lugar de dedicarse a deliciosas elucubraciones burguesas, a dialécticas de vino y rosas, a los existencialismos de salón confortable propias del cine francés, el tipo se ha bajado a las catacumbas manteniendo esa misma sobriedad y autenticidad en el trato de las imágenes y los personajes, manteniendo un pulso imposible entre la realidad y la fascinación de la cámara, sin concesiones: esto es la vida… 

Sin ceder a ningún tópico que recuerde que se trata en realidad de una película, sin caer en la tentación de cualquier sensiblería, le da un respiro a una poética brutal, dosificada, sincera, mágica, simbólica y profética, ajena a todo esquema predecible, aliñada con una economía musical precisa e imprescindible. No hay lectura de drama social, ni moraleja, sólo hay músculo, latido, hay sangre a borbotones corriendo por la cinta, se percibe una respiración al otro lado de la tela: un profeta.

PD: ¿Es esto El padrino del cine francés? ¿Es la Celda 211 francesa? ¿A cuántos kilómetros/años/eones está el cine español de poder hacer esto?

PD2: Oigo ecos de la descomunal Contra la pared (F. Atkin): ¿será el nuevo “gran arte europeo” hijo (como siempre) del mestizaje? ¿Son las estirpes de Le Pen, Wilders, Fini, Haider perfectamente estériles?

 ARM