Un prólogo ‘A sangre y fuego’

Publicado el 04 mayo 2013 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda

CUADERNO DE ROBOS (XI)

Llevo días paseando por el Madrid bombardeado. Con la facilidad del lector, entro y salgo en el terror de la ciudad asediada con sólo abrir y cerrar un libro, buscando testimonios del terror de vivir bajo las bombas en aquel largo noviembre de 1936. He encontrado en las memorias de José Moreno Villa la mejor descripción del espectáculo de las batallas aéreas entre los ‘Chatos’ y ‘Moscas’ que defendían Madrid de los Ju-52 alemanes, que hasta la llegada de los cazas soviéticos habían bombardeado la ciudad con total impunidad. En otro diario, el de Carlos Morla Lynch, he escuchado el ronquido nocturno de los trimotores mortales y he sentido el miedo cuando las explosiones de las bombas se acercan y los cristales de las ventanas estallan. En el relato de ‘La defensa de Madrid’, de Chaves Nogales, he visto a dos madrileños discutir con humor sobre ‘Otto’ y ‘Dix’, los dos Junkers de la aviación franquista – decenas en realidad – que se turnaban para mantener a la ciudad siempre en tensión.

En el primer relato de ‘A sangre y fuego’, Chaves Nogales cuenta las terribles ‘sacas’ que se sucedían como represalia a los bombardeos. Eran oficiales en las ciudades dominadas por los militares sublevados y espontáneas y descontroladas, en la España republicana, donde los milicianos anarquistas creían que sólo podían ganar la guerra haciendo primero la revolución. Hoy he descubierto, gracias a este artículo de Andrés Trapiello – el gran difusor de la obra de Chaves, que tan bien rescató María Isabel Cintas –, que la editorial Renacimiento prepara una nueva edición de ‘A sangre y fuego’ con dos relatos hasta ahora inéditos: ‘El refugio’ y ‘Hospital de sangre’. No sé si el periodista los descartó, pero he encontrado en el primero la mejor descripción del dolor y el miedo que padecieron miles de españoles que experimentaron por primera vez el terror aéreo. Tengo dos ediciones de ‘A sangre y fuego’, pero voy a comprarme esta nueva y os invito a hacer lo mismo. No conozco mejor forma de hacerlo que invitaros a leer el prólogo de esta colección de relatos, un autorretrato magistral que explica por qué durante décadas Chaves Nogales fue un injusto desconocido, arrinconado por vencedores y vencidos oficiales.

 “Yo era eso que los sociólogos llaman un ‘pequeño burgués liberal’, ciudadano de una república democrática y parlamentaria. Trabajador intelectual al servicio de la industria regida por una burguesía capitalista heredera inmediata de la aristocracia terrateniente, que en mi país había monopolizado tradicionalmente los medios de producción y de cambio – como dicen los marxistas -, ganaba mi pan y mi libertad con una relativa holgura confeccionando periódicos y escribiendo artículos, reportajes, biografías, cuentos y novelas, con los que me hacía la ilusión de avivar el espíritu de mis compatriotas y suscitar en ellos el interés por los grandes temas de nuestro tiempo”.

Cuando iba a Moscú y al regreso contaba que los obreros rusos viven mal y soportan una dictadura que se hacen la ilusión de ejercer, mi patrón me felicitaba y me daba cariñosas palmaditas en la espalda. Cuando al regreso de Roma aseguraba que el fascismo no ha aumentado en un gramo la ración de pan del italiano, ni ha sabido acrecentar el acervo de sus valores morales; mi patrón no se mostraba tan satisfecho de mi ni creía que yo fuese realmente un buen periodista; pero, en fin, e cuentas, a costa de buenas y malas caras, de elogios y censuras, yo iba sacando adelante mi verdad de intelectual liberal, ciudadano de una república democrática y parlamentaria (…)

Cuando estalló la guerra civil, me quedé en mi puesto cumpliendo mi deber profesional (…) Me fui cuando tuve la convicción de que todo estaba perdido y ya no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba. ¡Cuidado! En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid, como las que vertían los aviones de Franco, asesinando a mujeres y niños inocentes. Y tanto o más miedo tenía a la barbarie de los moros, los bandidos del Tercio y los asesinos de la Falange, que a la de los analfabetos anarquistas o comunistas (…)

El resultado final de esta lucha no me preocupa demasiado (…) El hombre que encarnará la España superviviente surgirá merced a esa terrible e ininteligente selección de la guerra que hace sucumbir a los mejores. ¿De derechas? ¿De izquierdas? ¿Rojo? ¿Blanco? Es indiferente. Sea el que fuere, para imponerse, para subsistir, tendrá, como primera providencia, que renegar del ideal que hoy lo tiene elevado en un parapeto, con el fusil echado a la cara, dispuesto a morir y matar. Sea quien fuere, será un traidor a la causa que hoy defiende (…) En lo interior, un gobierno dictatorial que con las armas en la mano obligará a los españoles a trabajar desesperadamente y a pasar hambre sin rechistar durante veinte años (…) En el exterior, un Estado fuerte, colocado bajo la protección de unas naciones y la vigilancia de otras (…) Para librarme de esta congoja de la expatriación y ganar mi vida, me he puesto a escribir y poco a poco he ido tomando el gusto de nuevo a mi viejo oficio de narrador (…) Cuento lo que he visto y lo que he vivido más fielmente de lo que yo quisiera”.

A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España’. Manuel Chaves Nogales. Editorial Renacimiento. Sevilla, 2013. 328 páginas, 22 euros.

Pd.: Anoche se estrenó en la Filmoteca de Sevilla el documental El hombre que estaba allí‘, de Daniel Suberviola y Luis Felipe Torrente, un corto de media hora sobre Chaves Nogales. Hecho con mucha más pasión que dinero, “intercala la narración biográfica del personaje con las intervenciones de quienes le conocieron (su hija, Pilar Chaves Jones), quienes, sin conocerle, le admiran (Muñoz Molina, Trapiello, Martínez Reverte) y quienes le conocen más que si le hubiesen conocido (María Isabel Cintas)“, escribe Teresa Constenla en El País. Espero que tenga la difusión que merece.