Un puente invisible

Por Aceituno

Pues sí, seguramente a veces resulte contradictorio. En primer lugar porque yo también tengo derecho a cambiar de opinión y en segundo lugar porque yo también tengo derecho a despistarme. Son tantos los textos que llevo en el fotonauta que ya no me acuerdo si dije blanco o negro en algunas cosas. Mi opinión a veces cambia porque me meto en debates que no llevan a ninguna parte y que da lo mismo si es “a” o es “b”. Y lo hago porque siempre me ha gustado tocar temas diversos y discutir sobre ellos.

Seguramente me haría falta un asesor que me dijese qué temas son interesantes y cuales no lo son tanto, pero como no tengo, debo conformarme con mi intuición de las 8.30 de la mañana, que es la hora en que normalmente me siento a escribir el fotonauta, medio adormilado. A veces, incluso, dando cabezadas frente al ordenador. Y en estas condiciones es difícil pensar con claridad. Luego, a medida que la escritura avanza  y con ayuda del café, voy despertando  del todo, pero ya llevo escrito bastante y es complicado borrarlo todo y empezar de cero, así que se queda como está.

El resultado no parece ser tan malo porque los comentarios siguen siendo positivos pero, aún así, es  importante que no escoja temas intrascendentes y vacíos sino cuestiones que den que hablar y hagan pensar. Eso es el colmo, cuando alguien me dice que mis textos le hacen reflexionar es un subidón y me siento súper realizado.

En cierta forma estos textos son un puente invisible entre vosotros y yo, un puente que vale la pena transitar aunque solo sea por el enorme valor humano que me encuentro al otro lado. Por eso he querido presentaos hoy el puente viejo de Titulcia, un puente que ya no se usa pero que ahí sigue para regocijo de los amantes de las estructuras y del silencio.

Solo espero no caer en tópicos ni lugares comunes, no repetirme demasiado y no aburrir. Con eso me conformo. Empieza  a pesar la responsabilidad de publicar un fotonauta al día, tal vez debería espaciarlo y hacer 3 por semana.

Ya veremos.