Un rayo llamado Valverde

Publicado el 25 agosto 2012 por Toni_delgado @ToniDelgadoG
El murciano, en un final explosivo casi en la línea de meta, deja sin victoria en La Collada de La Gallina a Contador, que se veía ganador después de descolgar a Froome

Valverde, superando en los metros finales a Contador y Purito Rodríguez - AFP. 


No es cuestión de memorizar, de entender y de experimentar, que también, sino de clase y de inteligencia, de saber encontrar la información en el lugar idóneo. Eso pensó en La Collada de la Gallina Alejandro Valverde (Las Lumbreras de Monteagudo, 1985), un ciclista explosivo, de raza y sin caretas. “Sabe sacar los vatios que tiene en los últimos metros”, reconoció Purito Rodríguez, guía involuntario de Valverde, atento “a ver qué hacía él porque era quien mejor conocía la subida”. Sabe latín el ciclista murciano, que no respondió de inmediato al ataque de Alberto Contador a un kilómetro del final, un cambio de ritmo que dejó sin respuesta a Chris Froome, vulnerable por una día, y con el que el ciclista de Pinto logró una buena distancia. Insuficiente para que no le alcanzasen Purito y Valverde, al que le sobra clase, se encuentra en un nivel de forma óptimo –“ni yo mismo lo esperaba”–. Porque por Andorra pasó un rayo llamado Valverde, que fintó a Purito, a quien ya le había birlado la victoria en Arrate, para llegar a la última curva por delante y superar justo después a un Contador que se quedó sin aliento y sin la recompensa esperada, pero que respondió a su ligera pájara del día anterior en Jaca. El líder del Saxo Bank sigue tercero, como su posición en La Gallina, a 40 segundos del líder, Purito, con 33 de margen con Froome y 50 con Valverde, referente con todas las de ley del Movistar en una Vuelta a la que se apuntó a poco más de una semana de su inicio y a la que acudió como ayudante de lujo del actual campeón, Juanjo Cobo, que se llegó a cinco minutos largos de su compañero. Valverde es un tipo perseverante que no se deja arrastrar por la melancolía, por estar 19 meses sin competir por dopaje y, a pesar de los percances, no dejó de luchar una victoria de etapa en el Tour, Peyragudes. Quizás la más simbólica y reivindicativa de su carrera. Tampoco se bloqueó con su caída en Santo Domingo de la Calzada tras un cambio de ritmo en el pelotón del Sky, al que acusó de antideportivos. Ahí Valverde perdió el maillot rojo, que había logrado en Arrate en un gesto de su inconformismo y del despiste total de Purito. Recuperarlo no es una obsesión para el líder del Movistar. O eso se cansa de repetir: “Me sirve otra victoria de etapa”. Quiere evitar los focos. Prefiere surgir como un rayo como en La Gallina. Algo que deberá hacer si quiere coger el tiempo que perderá en la contrarreloj de Cambados-Pontevedra, para dejar atrás a Purito, Contador y Froome. En La Gallina fue el primero en atacar, aunque no tardó en ser neutralizado. Por delante sólo quedaba Meyer, único superviviente de la fuga del día, y luego fue Froome quien lo probó dos veces. En la segunda sólo le pudo seguir Contador. Fue entonces cuando Dani Moreno, gregario de lujo de Purito, acercó a los otros dos favoritos. Los teóricos pretendientes a la victoria final opositaban por la parcial. Contador confiaba en ser él: miró varias veces para atrás, por su izquierda y por su derecha. Tuvo el triunfo a unos metros, pero le sobró un Valverde sorprendido de sí mismo, para suerte del ciclismo y del espectador.