Desde que llegué a Asia buscaba playas preciosas y casi vírgenes, con agua cristalina y naturaleza alrededor y con pocos turistas y que anduvieran en medio casi de la nada. De eso que parece que te muestran en las páginas de viajes, vamos.
No lo conseguía. En Tailandia, sobre todo en Koh Phi Phi, tuve la oportunidad de estar en las playas más bonitas que he visto en mi vida, pero llenas de turistas, casi todos europeos que van a tomar el sol y emborracharse por las noches en pubs irlandeses. Para vivir eso, tengo el levante español mucho más cerca, no necesito ir a la otra punta del mundo. Koh Phangan también tenía playas increíbles de agua cristalina y mucha mucha fiesta (ahí se celebra la conocida Full Moon Party). Así que el problema era que también estaba llena del mismo tipo de guiris y que tenía mucha basura porque los fiesteros tiran sus botellas en la arena (gentilmente, lo hacían dejándolo en montones, como si así fueran a ayudar más a la naturaleza) y en un país en desarrollo como Tailandia el servicio de recogida de basuras es escaso.
Maravillosas playas de Koh Phangan. El problema, para lo que a mí me gusta en mis viajes, es que está lleno de ‘guiris’ que solo quieren emborracharse, tomar el sol y visitar lo más turístico y por esta zona es difícil encontrar a gente local. Como yo digo, para ver a turistas bebiendo cerveza, Benidorm está más cerca, no hace falta venir a Tailandia.
- Esta el la Maja Beach, en Krabi, lugar donde se rodó la película de ‘La Playa’ de Leonardo Di caprio. Pensábamos que iríamos a darnos el baño de nuestra vida y a relajarnos un rato y al final lo que hicimos fue zambullirnos entre 1.000 turistas más, intentando hacer fotos donde no aparecieran terceros. Una pena, porque la bahia es impresionante,
En el norte de Tailandia, en Koh Chan, encontré un pequparaíso. Una isla tranquila, verde y poco turística, ideal para los amantes de la naturaleza. Pero el agua no era azul, aunque esta la isla la recomiendo al 100%.
La isla de Koh Chang, al norte de Tailandia, ya tiene otra oferta distinta para los turistas. Más naturaleza que fiesta en ‘pubs irlandeses’. Las playas son impresionantes. Sólo les falta el agua azul cristalina.
En Kuching, la capital de Sarawak, en Borneo, en Malasia, estuve en una maravillosa playa rodeada de montañas y verde, pero esta pertenecía a un resort, lo que le quita mucho encanto, ya que entre el vede se levantaba un terrible edificio de los que te quita la sombra y encima había que pagar medio euro por entrar a la playa (¿pagar por disfrutar de la naturaleza? me parece ofensivo).
Cerca de Kuching, en la isla de Borneo, está la playa Damai. Es bonita. El agua no es cristalina, pero tiene un buen paisaje alrededor. Pero presenta un gran problema y es que pertenece a uno de estos resorts a los que poco les importa los recursos naturales y se preocupan más por ganar dinero. Pagué por entrar a una playa. Sólo medio euro vale, pero casi no me lo creía ni yo.
En Bako, el Parque Natural, el otro día ya os contaba que tuve la oportunidad de estar en una maravillosa playa solitaria en medio de la naturaleza. Eso fue genial.
Playa Pandan Kecil, que sí es accesible a pie tras una ruta que dura una media hora desde la sede del Parque Natural. Aquí me pasé un buen rato yo sola hasta que llegaron mis amigos. Fue una experiencia bonita.
En la isla-ciudad de Labuan, casi por casualidad, encontré unas playas maravillosas, de arena, blanca, limpias y donde no había nadie. La desventaja de estas es que eran playas dentro de la ciudad, no en la naturaleza y que como en Labuan hay muchos musulmanes y, de todos modos, en Asia no se estila el rollo playero europeo (recordad que no les gusta ponerse morenos, que usan cremas blanqueantes y la sociedad sigue siendo más conservadora con el bikini), no queda bien ponerte en bikini porque puede ser incómodo tanto para algunos de los locales que puedan pasar por allí como para ti misma, siendo chica, ya que puedes atraer más miradas que las que te apetecería.
Las playas de la isla de Labuan son una maravilla. El problema es que ponerse en traje de baño, siendo mujer, puede ser incómodo, ya que no hay turistas, está en la ciudad, por lo tanto a la vista de los locales, y en Asia, más siendo este un país con mayoría musulmana, las mujeres no se bañan en bikini.
Pero ahora creo que he encontrado lo que buscaba. Ya en general en Borneo me siento en el paraíso, intentando obviar que es bastante caro todo lo que tenga que ver con la naturaleza porque las empresas se han hecho con toda ella. Hace unas semanas, una amiga francesa me hablaba de que en el punto más norteño de la isla de Borneo había un alojamiento situado en plena naturaleza, respetando la arquitectura local y las tradiciones de la tribu del lugar, que son los Rangus, y cuyas playas eran una maravilla.
Sabiendo que los gustos de esta chica eran similares a los míos en cuanto a viajes me empeñé en que llegaría al ‘Tip de Borneo’ antes de irme de la isla Dentro de tres días tengo que estar en Kota Kinabalu y el hecho de haber visitado Brunéi y de no poder compaginar bien los transportes públicos para venir hacia la provincia de Sabah, con mi horario de trabajo, hizo que la llegada a este lugar se alargara. Ayer dormí en Kota Kinabalu, donde me despedí de mi compañera de viajes de los últimos 10 días, porque yo estaba empecinada en llegar al punto más al norte de Borneo.
Hoy me levanté a las 6 de la mañana, sin saber si podría lograr mi meta del día. Comencé logrando llegar a Kudat (26 km del lugar soñado) con la idea de, una vez allí, ver cómo podría llegar al ‘Tip of Borneo’. Tomé un autobús viejísimo (algo no muy común en Malasia que ya es un país desarrollado y el transporte suele ser muy bueno) con sólo gente local que estaban muy pendientes de mí.
Tenía el número del lugar donde mi amiga se quedó alojada pero decía que no estaba en uso. Como me pasa demasiado a menudo, había copiado mal el número. El camino hacia el norte de Borneo, no pudo ser más bonito. Al llegar a Kudat, los pasajeros que quedaban se bajaron en el puerto para ir a la isla de Banggi y me dijeron que por qué no iba la isla con ellos. Había un ferry a las 13.30 y eran aún las 12. Así que me dije que si no conseguía localizar a nadie en el ‘Tip of Borneo’ tomaría ese ferry a esa isla de la que nunca había oído hablar.
Encontré un café con Internet, me comí un ‘nasi lemak’ un arroz típico de aquí con cacahuetes y anchoas secas y saladas y una salsa picante (ya os adelanto que no es mi favorito, pero yo soy muy de comer cosas típicas. El nasi lemak puede llegar a costar 25 céntimos de euro en Kuala Lumpur, donde es más típico que en Borneo), y pude comprobar gracias a mi ordenador que había copiado mal el número y que era muy difícil encontrar información sobre alojamientos en la isla de Banggi y es que esta zona tan al norte aún no está explotada turísticamente (gracias a Dios o a quien vosotros queráis pero qué alegría en una isla como esta donde la naturaleza se está vendiendo a empresas privadas). Así que llamé a Howard, que así se llama el creador de este alojamiento tan bonito en el ‘Tip of Borneo’ y dijo que pasaría a recogerme más tarde en el lugar donde yo estaba. Y es que, al no ser turístico, no hay transporte público. Ya sonaba todo mejor de lo pensado.
Al llegar al ‘Tip de Borneo’ encontré algo mejor que lo que esperaba. El lugar donde me alojo, Tampat Do Aman, está creado para hacer que los viajeros que vengan puedan conocer la cultura local y la comida de la tribu Rangus, mayoritaria en la región, está habilitada con baños totalmente ecológicos y casas hechas al estilo local, con madera y rodeadas de naturaleza. Además, cerca de la playa hay pequeños bungalows y un restaurante que pertenece al complejo y todo ellos por 10 euros por persona y noche (más alto que mis estándares de viajera pero el lugar lo merece).
Por su parte también ofrecen programas de voluntariado para ayudar a los locales y otras iniciativas similares. Vamos, el tipo de ‘resort’ que yo comprendo que debería ser el único permitido en la mayoría de los lugares del mundo, donde a veces el turismo arrasa con todo. Tampat do Aman, en el lenguaje de los rangus significa ‘lugar de paz’ o ‘lugar de amigos’. Hay pocos turistas, muy variados y muchas playas vírgenes y montañas para explorar. Creo que los próximos dos días serán muy inspiradores.