Un año más tengo un recuerdo especial en este día para ese bebé que se fue. Mi luz, el alma que me convirtió en madre y me enseñó el otro lado de la maternidad, la etérea, la espiritual, la que va más allá de noches en vela, lactancia y preocupaciones. Soy madre de dos, del que se fue y del que está. Cada uno, a estas alturas, ha encontrado su lugar y yo he alcanzado claridad, sosiego y paz.
Hoy soplamos una vela, ocho años después, para recordar aquel primer embarazo, aquel despertar a la maternidad y a la vida. Quiero recordar aquellos buenos momentos, aquella ilusión, aquella inocencia. Pero no quiero olvidar lo que vino después, la pérdida, el duelo porque eso determinó lo que hoy somos. Y como os dije hace un año aquella experiencia me ha hecho mejor persona y madre.
Aunque te recuerdo muchos días, hijo mío, hoy es tu día, tu aniversario, y te dedico este post lleno de amor y también de nostalgia. Para ti, porque eres mi luz, la luz que se fue.