Cuando usted puso su fe en el Señor Jesús como su Señor y Salvador, no pudo haber recibido un regalo que fuera más práctico o necesario. El pecado había arruinado tanto a la humanidad, que todos estábamos bajo la ira de Dios, necesitando con desesperación el perdón y la liberación de nuestra culpabilidad, vergüenza y conductas carnales. Teníamos necesidades emocionales, materiales, y espirituales.
Por tanto, Dios Padre nos envió a su Hijo unigénito. Él sabía que ningún otro regalo podría jamás satisfacer nuestras necesidades o colmar nuestros anhelos, como Jesucristo.
Él vino en carne humana. En esto consiste la encarnación. Dios vino a este mundo con un cuerpo como el nuestro, para que pudiéramos verlo, tocarlo y comprenderlo. Pero la tragedia es que la mayoría de las personas nunca “desenvuelven” este regalo. Lo mantienen como un niño en el pesebre o lo consideran un simple maestro o un predicador. Si usted no desenvuelve el regalo, nunca sabrá lo que hay dentro. Para abrir el regalo, abra la Biblia. Cuanto más conozca usted al Señor Jesús, más entenderá lo perfecto que es este regalo para usted.
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