Racing e Independiente jugaron un partido con pocas ideas, y no mucho más fútbol, aunque en el medio hubo un gol por cada lado. Por ese motivo, el marcador final del clásico de Avellaneda fue merecido para ambas partes.
No obstante, al principio no parecía que esto iba a suceder, ya que daba la sensación de que “La Academia” iba a pasar por arriba a los visitantes, más aún después del tempranero gol de Gabrel Hauche apareciendo sin que ningún defensor rojo lo marque (error clásico el de mirar a la pelota en lugar de mirar al delantero).
Pero esas impresiones terminaron siendo eso: impresiones. Porque los dirigidos por Diego Simeone sacaron el pie del acelerador. E Independiente, con más amor propio que ideas, empezó a ejercer un leve dominio del partido. Fue al frente con varios tiros que navegaron prácticamente en la intrascendencia. Pero uno de ellos, ejecutado por Eduardo Tuzzio, se encontró con un pie de los tantos que estaban en el área racinguista, Saja se encontró descolocado, dio rebote, y Parra, quien estaba en el lugar y momento adecuados, mandó la pelota al fondo de la red.
En los 60 minutos restantes, los dos jugaron a no perder. Apostaban a que haya algún error defensivo. Pero estas situaciones sólo se dan cuando alguno va al frente, poníendo a su rival bajo presión. Ni el “Cholo” ni Ramón Díaz (expulsado antes de iniciar el segundo tiempo por llegar tarde al campo de juego) lo sabían, o bien se hacían los distraídos, sintiéndo que ese punto era valioso.
Los locales tenían más potencial que sus archirrivales (de hecho, en esa hora de juego, tuvo una dominio del juego casi imperceptible), pero Giovanni Moreno no fue el armador de partidos anteriores, y el rendimiento de Teófilo Gutiérrez fue diametralmente opuesto a sus declaraciones previas a este juego.
Por su parte, los “Diablos Rojos” sólo tenían a un diezmado Patricio Rodríguez (fue su primer partido en algo más de dos meses ya que antes padeció una tendinitis en la rodilla izquierda) como para intentar algo. Incluso, en el segundo tiempo, fue reemplazado por Walter Busse, de características diferentes a la del “Pato”, en una probable declaración de principios del entrenador riojano.
A pesar de ello, sobre el final hubo una clara chance de gol para los locales: “Teo” Gutiérrez superó a Gabriel Milito, y quedó frente a frente con Fabián Assman, pero definió inexplicablemente mal, quizá haciendole un guiño a la justicia. Porque el 1 a 1 (o mejor dicho, el empate en sí) era el resultado que más se acercaba a la ¿triste? realidad.