Hace algunas semanas asistí a la Bolsa de Madrid. No había tenido ocasión de visitarla aún y con un amigo decidí cámara en mano adentrarme en el sancta santórum del sistema financiero español.
Tras la visita guiada de rigor por las estancias principales del edificio, como el Salón de los Pasos Perdidos, llamado así porque en sus orígenes los corredores de Bolsa se reunían en esa sala para debatir sobre las operaciones financieras paseándose por encima de una gran alfombra, por lo que se decía que los pasos se perdían, no generaban eco; una sala de tribunas circundada por los retratos de los principales presidentes de la institución a lo largo de la historia de la Bolsa de Comercio, y cómo no, lo más esperado, el emblemático parqué en la primera planta, con su imponente y alargado reloj de cuatro esferas (una de las cuales es un barómetro cuya flecha curiosamente se sitúa en zona intermedia) y los cuatro paneles o indicadores que reflejan las variaciones de los índices bursátiles con su continuo y cambiante baile de cifras numéricas, ininteligible para los neófitos, entre los que me incluyo.
Podría haber sido la típica visita en plan cultureta, pero no. Quisieron las circunstancias que tras la misma nos enfrascásemos en el parqué casi sin darnos cuenta y con una facilidad pasmosa en una amena conversación con un broker (corredor de Bolsa). Tras presentarnos uno como periodista y otro como proyecto de tal, y sin haber pretendido por nuestra parte realizar una entrevista improvisada, le preguntamos sobre si en cierta medida es verdadera la afirmación de que la Bolsa es el termómetro de la economía, a lo que nuestro broker responde significativamente que la Bolsa se adelanta a la situación ecónomica del país entre 6 meses y un año, pero siempre exagerando. A la vez que hablábamos, con gran amabilidad nos enseñaba en un monitor las últimas operaciones de compra-venta que había realizado a lo largo de esa mañana. Se nota por su manera de hablar que es un hombre que disfruta con su trabajo, es eficaz y diligente, en suma, controla. La experiencia le avala, pisa el parqué desde los años 80. El guía de nuestra anterior visita nos había comentado que siempre se debían realizar operaciones bursátiles sin asumir demasiados riesgos, pero nuestro broker es más osado: "el que no arriesga no gana, amigos".
Seguidamente, la conversación degenera en cuestiones relacionadas con la actual situación económica, y nos va soltando algunas perlas: "los americanos nos metieron en esta crisis y ahora ellos están saliendo más que nadie en el mundo", a la vez que señala en los paneles que tenemos enfrente al índice Dow Jones, que en ese momento se situaba cerca de 12.000 puntos, nuestro Ibex-35, muchos por debajo. No se declara partidario de ningún partido, es apolítico, pero reconoce que "Zapatero quiso ser Robin Hood, se gastó toda la bolsa del dinero y encima se endeudó".
Quizá si hubiéramos seguido charlando más tiempo (algo que tampoco era plan ya que, a fin de cuentas, estaba desarrollando su trabajo) nos podría haber desvelado y aclarado cantidad de cosas. Esto es lo que tiene ir de visitas y ser curioso. Mejor dicho, periodista.