Al tratar la corrupción ha indicado que estas conductas “provocan, con toda razón, indignación y desencanto”, añadiendo que “la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable”, y que “es cierto que los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas”, señalando que “los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse; que no se empañe nuestro prestigio y buena imagen en el mundo” y finalizando sobre la corrupción diciendo que “debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción. La honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia en una España que todos queremos sana, limpia”. Es cierto que no ha hecho referencia directa a la situación que vive su hermana, la Infanta Cristina, pero a mí, personalmente, me vale con todo lo que ha apuntado respecto a la corrupción. Ha sido claro y determinante. A lo que sí ha hecho referencia directa ha sido a la situación que se vive actualmente en Cataluña. Haciendo un llamamiento a la unidad, al respeto y a la suma de las diferencias e indicando que “nadie en la España de hoy es adversario de nadie”. Y respecto a la situación económica ha apuntado y resaltado las dificultades que vivimos en nuestro País, aunque también ha destacado que las cosas empiezan a cambiar y que se atisba esperanza en el futuro. El caso es que me ha parecido un discurso serio y coherente, con un importante mensaje de gran calado político. Es mi opinión, aunque en esto, como ocurre con la alineación de la selección española, cada uno tendrá la suya. Creo que ayer Felipe VI se mostró como el Rey de todos los españoles, un Rey que conoce España y sus problemas. Un Rey cercano.
Al tratar la corrupción ha indicado que estas conductas “provocan, con toda razón, indignación y desencanto”, añadiendo que “la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable”, y que “es cierto que los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas”, señalando que “los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse; que no se empañe nuestro prestigio y buena imagen en el mundo” y finalizando sobre la corrupción diciendo que “debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción. La honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia en una España que todos queremos sana, limpia”. Es cierto que no ha hecho referencia directa a la situación que vive su hermana, la Infanta Cristina, pero a mí, personalmente, me vale con todo lo que ha apuntado respecto a la corrupción. Ha sido claro y determinante. A lo que sí ha hecho referencia directa ha sido a la situación que se vive actualmente en Cataluña. Haciendo un llamamiento a la unidad, al respeto y a la suma de las diferencias e indicando que “nadie en la España de hoy es adversario de nadie”. Y respecto a la situación económica ha apuntado y resaltado las dificultades que vivimos en nuestro País, aunque también ha destacado que las cosas empiezan a cambiar y que se atisba esperanza en el futuro. El caso es que me ha parecido un discurso serio y coherente, con un importante mensaje de gran calado político. Es mi opinión, aunque en esto, como ocurre con la alineación de la selección española, cada uno tendrá la suya. Creo que ayer Felipe VI se mostró como el Rey de todos los españoles, un Rey que conoce España y sus problemas. Un Rey cercano.