Un año más, en el estadio de la final de la Copa del Rey, se ha mostrado el ridículo del Gobierno español y de su Policía para conseguir imponer el himno a toda costa, requisando camisetas, banderas u objetos de color amarillo.
El carácter dictatorial y el soporte fascio-franquista alcanza a veces altas cotas. Determinar la forma de vestir o el color de la indumentaria que pueden usar los ciudadanos es ya pura inmundicia, mental y política. Trasciende la política y se inserta en la subnormalidad profunda.
Hay algo más inquietante que su corrupción. Y es su roña mental.