Para Lemaître la ciencia y la religión son dos caminos diferentes y complementarios que convergen en la verdad. "Yo me interesaba por la verdad desde el punto de vista de la salvación y desde el punto de vista de la certeza científica. Me parecía que los dos caminos conducen a la verdad, y decidí seguir ambos. Nada en mi vida profesional, ni en lo que he encontrado en la ciencia y en la religión, me ha inducido jamás a cambiar de opinión", dijo en una entrevista con el New York Times.
También cuenta Riaza que cuando Lemaître llegó a Cambridge se reforzó su convencimiento de que “el científico debe mantenerse a igual distancia de dos actitudes extremas. Una, que le haría considerar los dos aspectos de su vida como dos compartimentos cuidadosamente aislados de donde sacaría, según las circunstancias, su ciencia o su fe. La otra, que le llevaría a mezclar y confundir inconsiderada ye irreverentemente lo que debe permanecer separado.”
Dice Riaza que la autonomía de la ciencia con respecto a la fe quedó probada cuando Lemaître escribió que “desde el punto de vista físico, todo sucedía como si el cero teórico fuera realmente un comienzo; saber si era verdaderamente un comienzo o más bien una creación, algo que empieza a partir de la nada, es una cuestión filosófica que no la pueden resolver consideraciones físicas o astronómicas.”