Un segundo

Por Magiaenelcamino @magiaenelcamino

Cerré los ojos y sentí tres fuertes golpes.
Uno.
Dos.
Tres.
Recuerdo que los conté mientras mi cabeza golpeaba contra la puerta del auto.
Después me enteraría que se debieron a las tres vueltas que dio el vehículo.
Un milagro.

Cruzamos el cantero central entre los dos sentidos de la ruta y, de la mano contraria, no venía nadie. Bueno, sí venía. Era un bus pero el conductor vio la escena y frenó a varios metros.
Otro milagro.

Las personas del bus se bajaron para ayudarnos. Nos alcanzaron las cosas que habían volado por el aire. “Tuvieron suerte”, nos dijo más tarde el policía que vino al hospital a tomarnos una especie de declaración. “La gente que se bajó era buena, a veces pasa que la gente es mala y no devuelve nada”, afirmó con cara de pocos amigos.

El auto quedó “parado”.
Tahiel lloraba mucho. Yo estaba asustada. No podía abrir la puerta.
Rubén, el mago amigo de Dino que viajaba con nosotros en el asiento del acompañante, se bajó sin problemas y me abrió la puerta. Me bajé pidiendo por una ambulancia. Lo vi a Dino sangrando mucho de la cabeza y me asusté.

Tahiel seguía llorando. Pero estaba bien.
Me senté en el pasto y lo abracé fuerte. Sentía el chichón que se iba formando en mi frente y los moretones que me iban apareciendo en el cuerpo, pero lo veía a Tahiel y me ponía a llorar.
Él estaba perfecto. No tenía ni un rasguño. Ni un raspón.
Otro milagro.

Hacía 15 minutos que lo había sacado de su sillita y lo había colocado con su cabecita hacia adentro del auto, en mis brazos, para darle la teta porque no encontrábamos ningún lugar para parar en la ruta y hacerle la comida. Eran las tres de la tarde y había comido su yogurt hacía casi cuatro horas. Lo tenía protegido con mi cinturón. Menos mal. La sillita quedó dada vuelta.
Otro milagro.

Somos de la idea de que las cosas en la vida pasan por algo. A veces no nos damos cuenta en el momento y necesitamos de un tiempo para entender el significado de cada acontecimiento. Pero siempre pasan por algo.

Este accidente nos hizo sentir muchas cosas.

Nos hizo sentir muy queridos. La cantidad de mensajes y llamadas que recibimos nos llenaron el alma de mimos. Los necesitábamos mucho y llegaron directo al corazón. Recibir tanto cariño y tantas buenas energías nos hicieron muy bien. Les estamos inmensamente agradecidos a todos. A los amigos de siempre y a los amigos del camino que siempre están presentes. Gracias. Infinitas gracias.

Nos hizo sentir privilegiados. Nos recordó algo que todos sabemos, que repetimos y que, supuestamente, tenemos totalmente incorporado, pero que a veces parece que se nos olvidara: la salud es lo más importante que tenemos. Y somos unos privilegiados de estar sanos y salvos. De que las consecuencias físicas hayan sido mínimas. Siempre decimos que lo más valioso que tiene el ser humano es el tiempo. Cuando afirmamos esto damos por sentado que contamos con buena salud, pero cuando falta la salud uno se da cuenta de su importancia. Si uno está sano, todo lo demás viene solo. Con mayor o con menor esfuerzo, pero vendrá. Si estamos sanos podemos jugar, movernos, ver, experimentar, trabajar, viajar, leer, soñar, escuchar… podemos VIVIR. Por eso estamos muy agradecidos por la salud que tenemos. Este es un buen momento para agradecer (a quien quieran hacerlo) por la salud que nos acompaña.

En una de las historias que contamos en nuestro libro Magia es Viajar hablamos sobre el futuro. En ese texto, mencionamos una conversación que tuvimos con un señor mayor mientras nos llevaba a dedo por el sur de Sudáfrica. Él nos preguntaba por el futuro y nosotros intentábamos explicarle que, si bien pensábamos en eso, tratábamos de que no sea nuestro pensamiento prioritario. Entre las razones que le dábamos, justamente estaba la que la vida te puede cambiar (o puede dejar de existir) en un segundo.
Algo tan directo y dramático como cierto.
El accidente nos fundamentó eso que ya creíamos, que la vida puede cambiar (o dejar de estar) en un segundo. Todo estaba perfecto, pero en un segundo el auto dio tres vueltas y nosotros estamos bien de milagro y, claramente, pudo no ser así.
¿Cuántas veces nos hacemos drama por cosas que realmente no valen la pena?
¿Por qué solemos poner tantas banalidades por sobre las cosas realmente importantes?
Es algo que es vox populi y que se repite hasta el cansancio, pero… ¿realmente lo llevamos a la práctica?
¿Alguna vez se pusieron a pensar en la cantidad de veces que nuestro humor cambia para mal por alguna pavada?
El accidente nos hizo pensar mucho en todo lo bueno que tenemos y en todo lo que nos hacemos problema y es al pedo. Nuestro ejercicio es (y será) no olvidarnos de esto para no volver a caer en ese lugar tan común.

También nos hizo bajar un cambio. Veníamos con muchas cosas y muchas presiones autoimpuestas. Por eso tuvimos que suspender las tres presentaciones del libro que teníamos listas para esta parte final del año… y pudimos tomarlo con relativa tranquilidad. El ejercicio de aprendizaje va lento pero firme. Nos hubieran venido muy bien para la promoción y venta del libro (que ahora es nuestro principal sustento), pero la salud está primero. Dino todavía no tiene fuerza en su brazo izquierdo y si no puede abrir ni el paquete de un alfajor, menos podrá cargar una mochila o una caja de libros. Ya vendrán más presentaciones, más viajes y más ventas. Todo a su tiempo.

Lamentablemente, el ser humano suele esperar a estos acontecimientos para tomar real conciencia de algunas cosas. A veces las dice y las escribe, pero no las cumple en su totalidad. Esperamos que este episodio nos ayude a poner en primer lugar y en primer plano lo que realmente importa. Y ojalá que este aprendizaje que nosotros estamos haciendo ayude también a otros. Por eso, los invitamos en este preciso instante en que leen esto, a que valoren todo lo bueno que tienen y traten de preocuparse siempre por lo que realmente vale la pena. Hoy puede ser un gran día para decir lo que sienten. Hoy puede ser un gran día para decidir administrar los recursos en pos de un sueño. Hoy puede ser un gran día para tomar una decisión.

No esperen a mañana.

La vida puede cambiar en un segundo.

Nota: No es mi intención que este post sea en una especie de “autoayuda”. Solo sentí ganas de escribir lo que nos había pasado porque muchos lectores están al tanto de lo sucedido. Sé que cuando uno comparte su historia y sus pensamientos puede estar ayudando a otro, casi sin quererlo. Así que si esto sirve para ayudar a alguien, bienvenido sea. Si no, será un post más en el blog. Gracias a todos.

Hoy puede ser un gran día…

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Aldana Chiodi

Los papeles dicen que soy geógrafa social (profesora), periodista y editora, pero me identifico más con ser viajera, escritora y fotógrafa de viajes. Me encanta viajar, escribir, fotografiar, conocer y compartir otras culturas, llevar magia y arrancar sonrisas por el mundo y la nueva vida que elegí junto con mi compañero y amor: La libertad es un viaje de ida.
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