Hay música para cada momento de la vida, es una obviedad. Pero en un mundo con puteadas que suenan mas fuertes que bocinas, laburos cada vez mas histéricos y demandantes y calles llenas que te hacen perder mucho mas que la paciencia, hay que estar cada vez más preparado con la musica que llevamos a mano. Hoy te sirven las mismas canciones que 10 años atrás? Una límpida canción pop se banca la espera interminable de una cola de banco? En realidad funciona al revés de la cosa y esas canciones nos salvan de volvernos locos? Voy a contarles una situación que vivi hace unas semanas y mientras tanto Lee Ranaldo prepara su banda para arrancar con la ciclotimica Fire Island (Phases)
Este relato vendría a ser como una road movie pero sin el glamour de las road movie. Hace unas semanas viajé a mi pueblo en una combi (el manejo no es lo mio) dispuesto al disfrutar del fin de semana de pascuas. Luego de una agitada corta semana laboral el plan era sumergirme en alguna lectura liviana, algo de música y en poco menos de dos horas estaría disfrutando de la buscada calma pueblerina. Lo de road movie calza perfecto porque arranque leyendo el editorial de revista Brando y el inminente estreno de On The Road, peli dirigida por Walter Salles basada en el famoso libro de Jack Kerouac. Chicas, paisajes, personajes bizarros, drogas, exploración, todo eso que parece encontrarse el personaje en la película fue la perfecta contracara del viaje que viví apenas el conductor arranco. Hay piquete en la autopista, salida Tristán Suárez, le dijeron al conductor por el handy.Luego de una media hora de alta velocidad por la autopista tomamos un camino alternativo para llegar a Cañuelas, parada intermedia del recorrido. En el mismo momento que pusimos pie en las turbulentas y grises rutas del conurbano, dejé la revista, puse play en el reproductor y le dije a mi nuevo conductor Lee Ranaldo que me entregaba a su motor tirado por guitarras de fuerza.
Recomendamos hace poco alguna canción suya en un post sobre nuestro tercer aniversario. Beetwen The Times & The Tide es un disco que te atrapa a fuerza de unir el Rem cancionero de sombrero de cowboy, junto con la intensa presencia de guitarras que un miembro de Sonic Youth promete. Resultó ser ideal para adentrarme en un camino por el que nunca había andado en mi vida. El conurbano es áspero, polvoriento, desordenado, pero vital. Mientras maldecía los pozos y los lomos de burro, mágicamente Fire Island (Phases) se fundía en una jam interminable con el paisaje. Iba con la sensación de estar absolutamente perdido, en otros momentos esperanzado, pero siempre con la seguridad de que nada iba a salirse de control. Finalmente fue un ticket to ride que tomé con gusto. Y partir de ahí veo de otra manera mi playlist. Hay embotellamiento? Tomá. Día complejo en el trabajo? Tomá. Mientras haya tipos que se rompan la cabeza por nosotros para abstraernos de estas situaciones el mundo estará mucho mejor. Que no? Bueno, por lo menos va a sonar distinto.