¿Un superhombre o un hombre súper?

Publicado el 07 mayo 2014 por Erre @BlogeRRe


Hace ya unos meses que vengo observando en ciertos escritos un reiterado mal uso del prefijo super.  Aunque no es el fin de este blog hablar sobre ortografía o gramática lo que me lleva hoy a dedicar una entrada a este prefijo (además del hecho de que siento cierta aversión hacia él si lo leo varias veces en un mismo texto) es la errónea forma en la que se utiliza en algunos medios en los que se supone que el buen uso de la lengua es fundamental.
Lo primero que hay que hacer es diferenciar entre super y súper.  El primero (el que nos interesa) es un prefijo y como tal va unido a la palabra a la que afecta y se escribe sin tilde.
Por ejemplo:  “Esta película es superbuena”.
En el caso de que la palabra a la que se une empiece por la letra “r” lo lógico es que ambas “rr” se sumen, por ejemplo:  “Esta superficie es superresbalizada”. Hay que prestar atención cuando el prefijo se une a una palabra monosílaba ya que puede alterar la acentuación.
Escribir el prefijo super separado de la palabra a la que afecta o con guión es una falta de ortografía, salvo en estos casos:
a)   Se escribe separado cuando afecta a una secuencia completa de palabras: “Me siento super a gusto contigo”.
b)   Se escribe con guión cuando se une a una sigla o cifra: “Con este incremento el impuesto se ha convertido en un super-IVA”  o  “Para filmar la película se utilizó una cámara de super-8”.
La palabra súper (con tílde) es una palabra independiente (no un prefijo) que puede tener varios valores:
a)    “Voy al súper a comprar unas cervezas” (acortamiento de supermercado)b)    “Mi coche funciona con súper” (referencia a la gasolina súper)c)    “El profesor que tengo este año es súper” (adjetivo, sinónimo de estupendo)
Es importante diferenciar entre super y súper ya que escribir el prefijo separado o con tilde, además de ser una falta de ortografía, afea mucho la escritura y como apuntábamos al principio cuando esto sucede en contextos en los que esperamos un buen uso de la lengua, por ejemplo en los medios de comunicación, el efecto puede ser muy desagradable. Pero claro, todo depende del grado de exigencia "gramatical" de los lectores que siguen a ciertos periodistas o gurús de la comunicación.