Aceptando una invitación de Diego Salgado en el número 132 de la revista digital Miradas de Cine con un artículo sobre las derivas del lenguaje del cine que viene a ser una Teoría unificada (aunque incompleta y revisable) que ordena cosas aparecidas dispersas en otros lugares y textos. Bajo el titulo “el buril melancólico” intento plantear una especulación sobre el neosilente, armonizando lenguaje, esoterismo y antropología donde trato de exponer la idea de la sustitución cultural, de cambio de paradigma, aplicada al medio; según esto una cultura con medios más avanzados y mejor adaptada sustituye gradualmente a la anterior, creando todo un sistema de comunicación, técnicas y creencias. El cine experimentó así una realfabetización con la aparición del sonora, que fagocitó al silente y se debate ahora ante la tecnología y el alfabeto digital todavía balbuceante y que, por lo tanto, nos habla en una idioma que nos cuesta entender al completo. Contra esa sustitución parecen rebelarse un grupo de películas que reclaman para el presente la vigencia de una sintaxis atemporal: