Tuvo que aguardar dos meses para que el especialista le informara del resultado de la prueba. Dos meses de un terror secreto que se alimentaba de la espera y la incertidumbre del diagnóstico. Y como todas las personas que se ven atormentadas por una enfermedad repentina, buscaba razones para esa mala suerte que arbitrariamente pudiera golpearlo en la peor de las alternativas, confirmando las sospechas del médico y los augurios que no podía ignorar. Aquel optimismo innato con que afrontaba hasta entonces los contratiempos parecía haber sido doblegado por la inevitable probabilidad de la fatalidad, justamente cuando más lo necesitaba. Ninguna distracción lograba aliviar una pesadumbre que lo devoraba por dentro sin borrarle la sonrisa de los labios. Era su manera de ser: fuerte por fuera y débil por dentro, una careta de valentía que disfrazaba a un tímido acobardado.
Tuvo que aguardar dos meses para que el especialista le informara del resultado de la prueba. Dos meses de un terror secreto que se alimentaba de la espera y la incertidumbre del diagnóstico. Y como todas las personas que se ven atormentadas por una enfermedad repentina, buscaba razones para esa mala suerte que arbitrariamente pudiera golpearlo en la peor de las alternativas, confirmando las sospechas del médico y los augurios que no podía ignorar. Aquel optimismo innato con que afrontaba hasta entonces los contratiempos parecía haber sido doblegado por la inevitable probabilidad de la fatalidad, justamente cuando más lo necesitaba. Ninguna distracción lograba aliviar una pesadumbre que lo devoraba por dentro sin borrarle la sonrisa de los labios. Era su manera de ser: fuerte por fuera y débil por dentro, una careta de valentía que disfrazaba a un tímido acobardado.