Si nuestros políticos no asumen la regeneración por virtud y fe en la democracia, que al menos la asuman por miedo a la ley y al escándalo. El teléfono de denuncias propicia la participación ciudadana en la política y acosa a los corruptos, que siempre tienen miedo a que sus fechorías y abusos sean descubiertos.
Es, por último, una iniciativa deseada por la inmensa mayoría de los españoles.
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