Un tortazo a tiempo...

Por Gabriel Benítez @BrazosMi

...no sirve para nada.
He trabajado de cara al público y a pie de calle desde hace muchísimos años, por lo que he visto a diario diferentes conductas en personas de todas las edades. Entre ellas, las de algunos padres hacia los hijos. La que más me ha llamado la atención y me sigue impactando es, sin duda, la de los tortazos a los niños.

¿En qué situaciones he presenciado esto?

Cuando un niño desobedece a los padres varias veces, cachetazo que se lleva. Como puede ser cuando coge algo del suelo o de algún sitio después de haberle dicho anteriormente que no lo hiciera.
El caso más sorprendente, al menos para mí, es el de una niña que salió corriendo hacia la calle mientras la madre estaba en un establecimiento. Resultado: tortazos al canto. Ya con eso, la niña debería comprender que eso está mal, que no debe hacerse. ¿Para qué pararse a explicarle que puede ocurrir alguna desgracia, como que un coche esté pasando por ahí en ese preciso instante, por ejemplo? Tortazo va y ya que la niña intuya las razones.

Consecuencias de los tortazos

Desde mi punto de vista (es sólo mi humilde opinión, aunque creo que la mayoría de los padres creerá lo mismo), lejos de educar al crío, esta acción lo dejará bastante confundido. El niño no sabrá a qué ha venido eso y menos por la procedencia. Alguien tan importante para él no puede reaccionar así, haciéndole daño.
Las consecuencias que se me ocurren a bote pronto son, en primer lugar, que la violencia es útil para conseguir lo que se quiere. Esto mismo puede llegar a hacer el niño en futuras situaciones si ve que no se le echa cuenta o puede cargar contra otro niño por no dejarle un juguete, por poner ejemplos. Y, en segundo lugar, que el crío va a dejar de hacer ciertas cosas no porque él considere que están mal, sino por el miedo a ser golpeado posteriormente.

Y si ya está hecho...

Asume que has perdido el control por un momento y pídele disculpas. Hay situaciones que llegan a saturarnos a los padres y debemos intentar mantener la calma. Los niños son eso, niños, y se comportan como tales. Nosotros, como padres y adultos, tenemos capacidad de razonamiento para no dejarnos llevar y actuar con cabeza ante eso. Por ello, hay que entender antes por qué hacen ese algo que nos lleva a perder los nervios y nunca llegar al tortazo, sino dialogar, explicarles y hacerles comprender.
Y tus hijos, ¿han llegado alguna vez a hacer que roces estos límites?