junio 30, 2013 por Silvia.ssu
Esta mañana compartía por Twitter un vídeo con Miko Fogarty en la barra, y esta noche me enviaban una nota sobre otro de los premiados del Concurso Internacional de Ballet de Moscú, Nikolai Gorodisky. La web del concurso, por desgracia, no se ha actualizado con los resultados, pero Nikolai fue bronze en la categoría junior. Ksenia Ryzhkov ganó el oro junior en duetos, y Miko Fogarty compartió el oro solista con Elvina Ibraimova. Giselle Bethea (fans de los empeines pronunciados, ¡miren a esta chica!) y Olesya Shaytanovoi fueron plata. Entre los chicos, el oro fue para Timofei Andryashenko.
En los seniors, Timur Askerov, David Zaleev, Oksana Bondareeva fueron oro. Oksana Skorik e Igor Tvirko recibieron sendas platas. Anastasia Soboleva, del cuerpo de baile del Bolshoi fue bronce.
Finalmente, la gala del concurso fue retransmitida por Russia Kultura hace unos días. Pero, los rezagados podemos disfrutar de la gala aquí. Nikolai, el protagonista del artículo siguiente es el tercero en aparecer.
Laura Chertkoff para ‘La Nación’
Es fanático de Messi y de Riquelme, y cuando juega al fútbol lo hace de delantero. Si bien tiene mucho de argentino, habla castellano como el más porteño y disfruta de firuletear con el tango, Nicolai Gorodiskii es ucraniano y bailarín clásico, eso sí, formado en el Instituto Superior de Arte del Colón (ISA). Con las presentaciones del caso, podemos contar que este joven intérprete acaba de ganar la medalla de bronce en la categoría Solista Junior del Concurso Internacional de Ballet de Moscú, el mismo que lanzó al estrellato, en 1985, a Julio Bocca.
Nicolai nació en Ucrania, en 1995, a pocos kilómetros de Chernobyl. La contaminación radiactiva persistente había complicado duramente el embarazo de su madre. De modo que sus padres, médicos, decidieron emigrar a la Argentina, huyendo del fantasma de una leucemia futura, cuando Nicolai tenía poco más de un año.
Vivieron los primeros cuatro años en la casa de la comunidad ucraniana de Floresta. Toda la familia en la misma habitación y compartiendo baño y cocina con cinco familias. “La primera bañera de Nicolai fue un balde de pintura de 20 litros que encontramos en la calle”, recuerda Lilia, su mamá.
Los padres de Nicolai sólo bailaban danzas de salón y las típicas ucranianas. Pero la cultura de ballet en la URSS era inculcada fuertemente desde muy chicos. Por lo que les resultó natural que además de los múltiples deportes que practicaba, a Nicolai le gustara bailar.
Empezó practicando folklore en su escuela de Balvanera. Hasta que el profesor le vio condiciones para la clásica y lo alentó a presentarse en el ISA. A pesar de la férrea oposición de su papá, que imaginaba para él un futuro como profesional, entró al Colón a los 11 años. Desde entonces, baila incansablemente.
Y esa confianza ante cada nuevo desafío lo fue llevando a diversos concursos que le permitieron llegar a nuevos escenarios. Dos medallas de oro en el concurso Danzamérica de Carlos Paz le permitieron concursar en Pekín bailando una milonga. Así consiguió la beca para formarse en la Ópera Estatal de Viena, donde se encuentra desde hace tres años. Y el año pasado también obtuvo una medalla de oro en el Concurso Internacional de Ballet de Praga.
Para la primera ronda, además de Coppelia , debía presentar una “danza de carácter”. Tuvo la intención de hacer algo de tango, pero no pudo financiar el viaje desde Buenos Aires de su maestro del Colón, por lo que decidió preparar algo de Gopak, una danza ucraniana de cosacos, en la que se pueden lucir los solistas.
Cuando superaba una nueva ronda clasificatoria le avisaba a su madre por Facebook, quien desde Buenos Aires seguía el concurso a través de la web de Novosti, la agencia de noticias rusa, soñando con verlo bailar un día en el mismísimo Teatro Colón.