Un vacío vacuo, algo totalmente nihilístico

Publicado el 14 julio 2016 por Jose Salgado @exelisis

Cuenta la leyenda que en una facultad lejana, hace ya mucho tiempo, un estudiante de filosofía sacó la nota más alta en la asignatura más dura y exigente de todas. Como toda buena historia mezcla con la adecuada proporción verdades y mentiras, pero los relatos más antiguos y fiables afirman que el examen tenía una sola pregunta y que en cuanto los estudiantes la leyeron empezaron a asomar caras de pánico, de miedo y incluso algunos empezaron a sudar tan copiosamente que unas cuantas gotas cayeron en la hoja formando pequeños círculos perfectos.

La pregunta era, ¿Por qué?, sin más explicaciones ni razonamientos,seis letras y de los más de doscientos alumnos que habían acudido a la cita, después de meses estudiando las teorías más complejas y profundas de la filosofía solo hubo uno que usando sólo ocho letras consiguió pasar a la historia, a la mitología en el universo de los estudiantes de aquella vieja facultad.

En la vida real esto también nos ocurre a nosotros, nos preguntan o lo que es peor, nos preguntamos ¿por qué? Y nos quedamos helados porque no sabemos que responder. Muchas de nuestras rutinas y costumbres, retos y ambiciones no suelen tener siempre un porqué detrás, lo hacemos y no nos planteamos las razones que nos impulsan a hacerlo.

Quizás es por esto que cuando nos preguntan por la razón somos incapaces de dar una respuesta y tenemos que pararnos a pensar, a racionalizar algo que tenemos interiorizado pero no comprehendemos en toda su extensión. Por supuesto, esto es lo que más nos asusta, que no sabemos el porque lo hacemos.

Esta arma de destrucción intelectual es la que usamos día sí y día también para intentar cambiar nuestros hábitos, nuestras conciencias y llevarnos un poco más lejos, pero del mismo modo también se usa para limitar los crecimientos o los cambios que queremos hacer. ¿Por qué quieres aprender idiomas? ¿Por que quieres emprender?.

Si en el primer caso no sabíamos que responder pero nos movíamos en una masa cultural más o menos homogénea que nos daba seguridad, en el segundo contexto es mucho más difícil dar una respuesta y nos cargamos de más dudas y más inseguridades. Si ya cuesta dar el paso, tener que responder y justificarse es un proceso que gasta tanta energía que muchas veces nos rendimos en el proceso de justificación.

Por cierto, ¿sabéis cual fue la respuesta del estudiante?, realmente fue extraordinariamente brillante y respondió con un simple, ¿por qué no?. Con esta simple respuesta movía el peso de la prueba al profesor, ya no era él que tenía que justificarse sino que le devolvía todo el proceso cognitivo de buscar puntos negativos y quedaba libre para seguir avanzando sin tener que gastar energías intentando justificarse, y por ende, rendirse antes de salir.

Con lo que el día de hoy, con un calor que me provoca dolor de cabeza, con la espalda agarrotada, con las energías por los suelos y casi a punto de ser atrapado por uno de esas preguntas fatales, yo te contesto, ¿por qué no?

[1] The Secret Life of Walter Mitty