//No es justo tener que defender lo que ya se tiene/
Es común ya ir preparado de cierta manera, con cierta expectativa quiero decir, cuando
la agenda me indica que la obra, para la cual tengo que salir de casa en pleno invierno, la dirige o actúa Marcelo Savignone. La expectativa se la fue ganando con sus espectáculos anteriores. Lo que destaco no es la repetición de alguna fórmula efectiva y funcional a un asegurado entretenimiento, sino la capacidad para proponer distintos mecanismos escénicos desde su concepción teatral. El escenario se vuelve claro al momento de la magia y opaco cuando los personajes cuentan su delirio. En el teatro la magia habita en el cuerpo del actor y esto se distingue como premisa en UN VANIA, más allá del aporte lumínico que es funcional a la narración, se propuso darle vida a los personajes desarrollando en el escenario lo más evidente y lo más secreto de cada uno de ellos; potenciando sus conflictos, y llegando a varias teatralidades posibles.
Me surge la pregunta -Hasta cuanto un texto puede soportar la violación de su propuesta escénica inicial? El original Tío Vania de A. ChéJov que se estrenó en 1900 proponía una escenografía fija, rayando la ilusión de lo real, quiero decir, todo sucedía en la finca del profesor Serebriakov que se emplazaba en el medio del escenario, con actuaciones muy sentidas provocadas por la introspección de los actores. La propuesta de UN VANIA rompe todo eso. Texto muy noble me dije, permite mucha creatividad en la puesta en escena y al mismo tiempo no se pierde la trama y esencia original.
Para tener una idea, el texto de Antón ChéJov vendría a ser de la misma categoría de
Tennesse Williams, Florencio Sánchez o Carlos Gorostiza, y muy superior a otros autores que siempre se repiten en los teatros de calle Corrientes.
La fusión de las partes: el aparato escénico -digo- la forma con que sucede la magia teatral, es potente e instala en un código que ayuda a contar los dramas simultáneos y conflictos escondidos que implican la pieza de Chéjov, pero al mismo tiempo siento que esa otra parte, los abismos donde los personajes se demoran, que también están explícitos en el texto, no se los desarrollo con la favorable minuciosidad que demanda.
Esto lo comento porque disfruté mucho del extremo enérgico del universo planteado,
pero en ciertos momentos me faltó apreciar los tránsitos más sutiles y delicados donde el autor introduce en eternos laberintos a estos tristes personajes. Sin embargo no diría que afecta la calidad de la totalidad del espectáculo.
Pienso también la idea de versionar o re-interpretar obras clásicas sin cambiar los parlamentos originales, creo que se sienten los niveles de dramaticidad con mucha más amplitud, la calidad de entramar situaciones me hace recibir con otra potencia los grandes conflictos sociales y existenciales del humano.
Intento siempre extenderme un poco cuando me toca reseñar obras de teatristas que vienen desde hace mucho tiempo trabajando en artes escénicas y con mucho éxito. Sobre todo porque muchas veces Buenos Aires se vuelve hostil cuando se quiere producir grandes despliegues artísticos desde una auto-gestión, la producción independiente. En este caso el grupo se desplazó de su bunker, que es el Belisario, hacia el Teatro La carpintería donde encontró un escenario de otras dimensiones donde hizo caber su nueva propuesta.
Ficha atística Dirección: Marcelo Savignone Actúan: Maria Florencia Alvarez, Luciano Cohen, Merceditas Elordi, Pedro Risi, Marcelo Savignone, Paulina Torres Producción ejecutiva: Silvia Barona Colaboración artística: Nela Fortunato, Andrea Guerrieri, Eva Rodríguez Teatro LA CARPINTERÍA Jean Jaures 858 - Buenos Aires CF - Argentina Sábados 22:30hs. hasta el 24/07/2013 Domingos 17:00hs. hasta el 24/07/2013