Un vástago ñañoso y pusilánime
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No podía soportar que su vástago fuera tan ñañoso y pusilánime, así que hizo todo lo posible por endurecerle: desde molerle a palos hasta intentar llevárselo de putas. Pero nada, el chico seguía siendo inseguro y tuvo que recurrir a su última opción: mandarle a la escuela militar. Desde el primer momento supo que su hijo odiaba estar allí, pero se mantuvo firme y le obligó a quedarse incluso en las vacaciones.Cuando salió, era ya todo un hombre y se sintió orgulloso: todos los planes que había hecho para ellos se podían hacer realidad. No había caído en que la confianza que había ganado su hijo en la escuela militar le iba a dar fuerzas para sacar a la luz todo su odio. Así pues, el día en que cumplió la mayoría de edad, le ofreció formar parte del negocio familiar, convencido de que aceptaría agradecido, solo para obtener una mirada de desprecio y un «ni por todo el oro del mundo». Luego, el joven subió a su cuarto, cogió la maleta que había preparado el día anterior y abandonó el lugar donde había sufrido tanta tiranía para no volver. Tuvo largo tiempo para arrepentirse de no haberle aceptado como era, pues su hijo no volvió nunca más, ni siquiera cuando cayó gravemente enfermo. Una vez, mientras caminaba con esfuerzo camino del médico, creyó reconocerle en la figura de un padre que revolvía con cariño el pelo de su hijo, clavado a él cuando era pequeño. No obstante, su lentitud y su incapacidad de gritar sin ahogarse por la tos hicieron que perdiera de vista esa visión. Supo entonces que tenía que pedirle perdón pero, aunque le buscó sin descanso, nunca pudo encontrarle y murió sin poder descargarse del peso de sus errores.--------------------------------------------------------------------------------Todas las historias y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.Follow @DeborahFMu