Un verano sin serpientes ni parpadeos

Por Francisco Enrique Perez Ruiz-Poveda @PATXIPE

Este verano, como ya prácticamente todo en este año, es atípico.

Otros años era acercarse el verano y parecía que todo se ralentizara, incluidas las noticias de calado para los periodistas que, por decirlo de alguna manera, quedaban de guardia. De ahí el nacimiento y consolidación de la serpiente de verano

Este año no hace falta ese recurso, el de inventarse la noticia, o maquillar convenientemente un rumor, porque en lugar de ralentizarse los acontecimientos, se podría decir esa célebre frase, “si parpadea, se lo pierde”.

Que en Galicia han creído conveniente prohibir el fumar dónde no pueda haber la ya famosa distancia social, y que conste que este vecino del mundo nunca ha fumado, pues a muchas autonomías les está faltando tiempo, para apuntarse al carro.

Llámenme malpensado, pero es que ese tipo de ideas, en las que tiene que ponerlo todo el sufridor de a pie, siempre cuestan menos que, por ejemplo, contratar “rastreadores”. Y sino que se lo pregunten a Díaz Ayuso, que se le ha puesto el cuarto y mitad de rastreador por un buen pico, eso sí, yendo a lo privado, ya que el “pueblo”, así en general, no les quiso ayudar “by the face”, o traducido al castellano, “por la patilla”. Y de los seiscientos-ochocientos rastreadores más que necesitaban para el porcentaje que se supone sería el indicado en Madrid, han fichado a 22. A lo mejor, o a lo peor, alguien de su equipo se ha confundido y pensaba que tenían que formar un equipo, sí, pero de fútbol.

Por cierto, los últimos, por ahora, en quejarse es el gremio de “las cerveceras”. Y es que, claro, la falta de millones de turistas que no están acudiendo ni a nuestras costas, ni a nuestros bares, se tiene que notar, especialmente esos británicos de tripa en forma de barrica.

Esperemos que ahora no nos publiciten (como lo de viajar por dentro de España, que machaconamente nos lo dictan en los anuncios de la tele) que tenemos que beber por nosotros y por los que no han venido, porque entonces no acabaremos con la mascarilla colgando de una de las orejas, a modo de media asta, sino que nosotros colgaremos de la mascarilla enganchada al grifo de la cerveza,y no metafórica sino realmente.

No nos va a dar nuestra vida en cumplir con nuestros múltiples, y cada vez más, deberes cívicos...

*FOTO: DE LA RED