Los científicos han ensayado primero su videojuego en voluntarios de 20 a 80 años y han demostrado de forma muy convincente que la capacidad cognitiva de atender a dos cosas a la vez declina con la edad de forma progresiva y constante: no se trata de un padecimiento de la ancianidad, sino de un deterioro lineal que empieza a notarse –y a base de bien— cuando uno pasa de los veinte a los treinta, y sigue inexorable a lo largo de los cuarenta, los cincuenta, los sesenta y todo lo demás. Moraleja: desconfíe cuando un tipo de 30 años se las da de jovenzuelo; es solo un anciano en forma larvaria.
Tras tomar esos datos, los investigadores se han centrado en un grupo de voluntarios más maduro (de 60 a 85 años) y han demostrado que jugar al NeuroRacer revierte casi por completo su pérdida de capacidad para enfrentarse a la multitarea, que es una metáfora de la vida moderna. Les han hecho jugar un mes —tres veces por semana, una hora al día— y han visto que los viejos entrenados así superan incluso a los jóvenes de 20 años que no habían tenido contacto con el videojuego. Lo más importante es que esa ventaja se extiende incluso en tareas ajenas al entrenamiento inicial, como la habilidad general para mantener la atención y la capacidad de la memoria operativa. El juego, sostienen los autores, servirá no solo para diagnosticar deficiencias, sino también para potenciar las capacidades cognitivas en las personas mayores. Es decir, en las de más de 20 años.
Fuente: sociedad.elpais.com