Terminando una de esas visitas, llegan un par de shuars en canoa con el cuerpo de un forastero. Aunque el orondo alcalde enseguida les culpa de la muerte para robarle, Antonio no tarda en indicar que son zarpazos y dientes lo que ha acabado con su vida. Entre sus cosas descubren cachorros de tigrillo muertos y la conclusión es evidente: la madre le dio caza y mató al furtivo. Pero no quedará contenta ahí y la tomará con todo humano que se le cruce. La experiencia y los conocimientos de Antonio serán necesarios para detenerla a pesar de que no puede hacer más que maldecir a sus congéneres incapaces de respetar esa maravillosa selva.ReseñaNo creo descubriros nada si os digo que no es mi tipo de lectura pero no me ha disgustado el reencuentro. Tengo mucho peor recuerdo de Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, que fue una lectura obligatoria, ahí ya no pude elegir, y me resultó muy desagradable.
Algo que comparten las dos obras, no obstante, es la crudeza. No creo que lleguen al nivel de catalogarse como lecturas "gore", pero tienen varios momentos que te revuelven el estómago a poco que visualices lo que están describiendo. Además, ambas historias reflejan lo peor del ser humano y, la verdad, ya bastante miseria hay en el mundo que vemos a diario en las noticias.
De todos modos, como digo, es una buena lectura. La obra es todo un alegato de respeto al Amazonas, lo que incluye su naturaleza, sus animales y sus tribus. Conocer algo más de este fascinante mundo bien merece la pena y más sabiendo que el autor estuvo en contacto con los shuar. Es inevitable identificarse más con las tribus indígenas, puros y nobles, que con los destructivos colonos, rastreros e ignorantes. Además, el protagonista, un hombre a caballo de ambos mundos, resulta muy interesante en su integridad, en su afición por las novelas románticas con las que aleja el fantasma de la soledad a su vejez y en el relato de su vida que hace rememorando sus distintas etapas.
Algo de lo que peca es, no obstante, el pésimo tratamiento que tienen las mujeres en la historia, que ni pinchan ni cortan en toda la obra. Antonio tuvo una esposa que falleció cuando se mudaron a la selva como colonos con nulo éxito y eso fue lo que acabó derivando en abandonar ese lado de la civilización para vivir cada vez más tiempo con los shuar hasta que tuvo que dejarlos no por deseo propio. Lo poco que sabemos de ella es por los recuerdos que tiene él, pero en ningún momento esos recuerdos tienen un mínimo de profundidad.
En definitiva, algo más largo que un cuento, este libro es un magnífico acercamiento al Amazonas y sus gentes. La historia es sencilla y, si no fuese por la cantidad de momentos desagradables que tiene, sería una delicia. De todos modos, me quedo con el mensaje ecologista por un lado y por el amor a la lectura por otro.