Un voto por el cambio y contra el bipartidismo
Junto a Josep ‘Salvela’, charlando sobre ‘El viaje de Pau’.
Lo mejor de presentar El viaje de Pau en la Biblioteca Pompeu Fabra de Mataró fue compartir un rato agradable con Josep, ‘Salvela’, quien se tomó muy en serio su función de conductor del acto, y a quien le tengo que agradecer que lo difundiera entre sus conocidos para que no acabara convirtiéndose en un diálogo sin público.
Era consciente de que seríamos pocos, y aunque realmente acabó siendo así, valió la pena. Fue una nueva oportunidad de hablar de mi aventura literaria, pero no sólo de eso, porque acabamos charlando sobre temas diversos, siempre con el nexo común de la novela, pero también de la sociedad en que vivimos.
Estaremos de acuerdo en que muchas de las cosas que pasan en esta sociedad son bastante desalentadoras, de modo que no es extraño que se haya instalado en el ambiente un sentimiento de impotencia y resignación: “no hay nada que hacer”, “son todos iguales”, “no se puede luchar contra el sistema”, “mi voto no sirve para nada. Total, si luego van a hacer lo que les dé la gana”.
A todos nos son familiares estas reflexiones. A menudo es difícil rebatirlas. No os voy a engañar, yo también caigo de vez en cuando en ese mismo desánimo. La realidad es tozuda y la magnitud de la tragedia es tal que apabulla e invita a esconder la cabeza en un agujero sin demasiada esperanza en que el temporal amaine.
La realidad es tozuda, sí. Y tan incuestionable como eso es que la actitud derrotista no nos aporta nada. Podemos discutir si la acción social, si la movilización ciudadana sirve para algo más que para lograr victorias insignificantes que a la hora de la verdad no son más que rayajos invisibles en la chapa del sistema. En mi opinión, a la larga consiguen mucho más que eso. Como el goteo continuo que va socavando la roca, muy poco a poco, pero de forma irreversible.
Lo que resulta indiscutible es que cada cierto tiempo disponemos de un arma que podría llegar a ser muy poderosa. Sí, amigos, me refiero al voto, esa ridícula papeleta que tan valiosa parecía treinta años atrás y que ahora despreciamos alegremente. La verdad es que los partidos políticos, básicamente los más votados, no hacen demasiado para que volvamos a encariñarnos con él, sobre todo en citas electorales como la de este domingo. Y es que votar para elegir a nuestros representantes en el Parlamento europeo no motiva, por mucho que nos digan que en Europa se deciden la mayoría de políticas que nos afectan en el día a día.
La percepción que tenemos es que en realidad esas políticas no las deciden los eurodiputados, sino los poderes no democráticos que dirigen el cotarro: la famosa y odiosa Troika. Es como el hombre del saco o el sacamantecas de nuestra niñez, sólo que estos sacamantecas visten elegantemente y toman rayos UVA.
¿Y cómo convenzo yo a la gente de que votar es una buena decisión, mucho mejor que no hacerlo? Os enlazo algunos artículos que lo explican muy bien y así me ahorro unas líneas: ‘¿Quieres un cambio político pero te da asco participar?’, de Diego Caminero (El Psicólogo de Mr. Hyde); ‘Reflexión electoral’, de Verónica Barcina (Verbarte); ‘Bipartidismo imperfecto’, de Juan Carlos Romero; ‘Yo también busco mi voto útil’, de Rosa María Artal; y ‘El voto, las dudas y la izquierda’, de Ramón Lobo.
La cuestión es: ¿cómo cambiamos el sistema con las reglas del sistema? Ojalá hubiera una fórmula mágica, pero lo único que se me ocurre es votar a los partidos que no son sospechosos de querer que todo siga igual. Ya escribí sobre ello hace unos días, pero insisto porque me parece muy importante: #VotaAOtros. PP y PSOE no van a hacer nada diferente de lo que han hecho hasta ahora porque están en la médula del sistema. Son el sistema. Y sí, probablemente las elecciones europeas no vayan a significar un cambio perceptible a corto plazo, pero de alguna manera tenemos que demostrarles a quienes se ríen en nuestra cara y viven a cuerpo de rey a nuestra costa que ya no nos convencen, que ya está bien de la broma y de expoliar lo público.
La abstención ni les preocupa ni les afecta. Los fieles no fallan, y con ellos tienen suficiente para seguir repartiéndose el pastel. Lo único que les haría daño de verdad es que todo ese voto “dimitido”, hastiado, asqueado, fuera a parar a otros partidos. Yo votaré a Iniciativa per Catalunya Verds, una coalición de partidos históricos de la izquierda catalana que apoya a nivel europeo al Grupo de Los Verdes – Alianza Libre Europea, que lidera la ecologista alemana Ska Keller. Hay otras opciones con las que simpatizo: Izquierda Unida, Podemos o la Primavera Europea, que agrupa a formaciones progresistas y ecologistas como Compromís y Equo.
Los resultados de estos comicios no van a ser decisivos para nada, pero sí pueden suponer el punto de inflexión para el bipartidismo rancio que padecemos en España. El año que viene habrá elecciones municipales, autonómicas y generales, y ésas sí que les preocupan de verdad. PPSOE pondrán en marcha su maquinaria propagandística a pleno rendimiento convencidos de que, una vez más, olvidaremos desmanes y promesas incumplidas y la contienda será cosa de dos.
Este domingo empieza la carrera electoral hacia esas citas trascendentales. Es el momento ideal para que el miedo empiece a cambiar de bando.
A todo esto, ¿yo no había comenzado hablando de mi libro?
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