Un zampullín con suerte y un final feliz, aunque...

Por Davidalvarez
En Asturias, sobre todo en las zonas bajas, la presencia de grandes masas de agua dulce es casi anecdótica y las pocas que se encuentran, a excepción de los ríos, son embalses dedicados a abastecer de agua a la industria o para consumo humano. Debido a esto, la mayoría de las anátidas y otras aves acuáticas reproductoras como fochas, somormujos y zampullines comunes se localizan en estas infraestructuras artificiales, algunas de las cuales se han ido naturalizando con el tiempo tras el crecimiento de abundante vegetación palustre. Por otra parte, en muchos de estos embalses se han soltado truchas, carpas y otras especies piscícolas para ser aprovechados como cotos de pesca intensiva.
La semana pasada, mientras daba un paseo por las orillas del embalse de La Barquera, en el río Nalón, observé a un zampullín que muy cerca de la orilla se sumergía continuamente saliendo a flote a los pocos segundos. En un primer momento no me llamó demasiado la atención pero cuando volví a pasar por el mismo lugar y volví a ver el mismo comportamiento sospeché que algo no iba bien. Me acerqué y comprobé que el zampullín estaba enredado y no podía liberase, así que me metí en el agua y al cogerlo en la mano observé que tenía un anzuelo clavado en el cuello del que colgaba un sedal que se había enredado a la vegetación.

Tras cortar el sedal comprobé que el ave estaba agotada y completamente empapada. Después del estrés sufrido y sin poder untarse con el aceite de su glándula uropigial, su plumaje había perdido su impermeabilidad y en esas condiciones, sin poder alimentarse y sin poder protegerse del frío, con toda seguridad se hubiera muerto de hambre o de hipotermia en unas pocas horas.
En estas condiciones se puede tener la tentación de llevarse el animal a casa para tratar de recuperarlo nosotros mismos, pero eso sería un grave error, además de ilegal, ya que no se pueden retener en cautividad ningún animal salvaje y menos aún una especie protegida como esta. Lo que se debe hacer es llamar al 112 o al SEPRONA para que ellos se hagan cargo del animal y lo lleven a un centro de recuperación, donde unos veterinarios experimentados harán todo lo posible para sacarlo adelante.
En este caso, después de llamar por teléfono, metí al zampullín en una caja de cartón bien ventilada y me lo llevé a casa hasta que quedé con la persona que se haría cargo de él. Cuando unas pocas horas después se lo entregué, el animal ya se había secado y estaba más activo, por lo que del pesimismo inicial pasé al optimismo, ya que parecía que habría suerte y el pequeño zampullín podría recuperarse.

Unas horas después hablé con el veterinario de la consejería y me comentó que el anzuelo no estaba tan superficial como yo pensaba, sino que había atravesado el esófago aunque no parecía que hubiera producido ningún desgarro importante. Después de bastante trabajo consiguió extraerle en anzuelo y alimentarlo con una sonda. Ahora solo quedaba esperar y cruzar los dedos para que no hubiera ninguna lesión grave y sobre todo para comprobar si una vez en el agua era capaz de impermeabilizarse por sí mismo.
Al día siguiente llegaron buenas noticias. Habían pasado solo 20 horas después de haberlo rescatado y el zampullín ya estaba en un pequeño estanque de pruebas y se impermebilizaba activamente, esparciendo el aceite de su glándula uropigial por su plumaje. Y mejor aún, buceaba activamente persiguiendo las gambusias que le habían introducido en el tanque para que se alimentara.
Solo quedaban comprobar que recuperaba peso y esperar a que los antibióticos pudieran hacer efecto para evitar una infección que podría dar al traste con toda la recuperación. En esta época del año los zampullines están en plena época de reproducción, por lo que lo más normal es que en el embalse se hubiera quedado su pareja a cargo del nido o de los pollos, Debido a esto era importante soltarlo cuanto antes, ya que había muchas posibilidades de que se volvieran a juntar y la nidada saliera adelante.
A la mañana siguiente, tan solo dos días después de encontrarme con el zampullín en tan mal estado que parecía imposible que se pudiera recuperar, recibí un mensaje en mi teléfono móvil. La recuperación había sido total y esa misma mañana lo iban a liberar y como no, yo quería estar allí cuando lo soltaran para verlo.

Una hora después ya estábamos en el embalse, en la misma zona donde lo había encontrado, y para completar el regalo nos dejaron que mi hijo Jacobo participara en la suelta. Fue suficiente con abrir la caja para que el zampullín, que pocas horas estaba al borde de la muerte, saliera volando y corriendo por encima del agua para mirarnos desde lejos varios metros más allá y sumergirse posteriormente en el agua para reunirse con su pareja poco después. Todo había salido mucho mejor de lo que había esperado, y para que negarlo, verlo sano y salvo después de haberlo rescatado moribundo fue de las mejores cosas que me han pasado después de tantos años de ver bichos en el campo.
Y por supuesto no me cansaré de agradecer el esfuerzo de todas las personas de los centros de recuperación, que como Álvaro, dedicando muchas veces su tiempo libre y en condiciones muy precarias en la mayoría de las ocasiones, luchan día a día para conseguir que cientos de animales salvajes que sin su ayuda estarían sentenciados, puedan volver a la naturaleza.
En Asturias se iniciaron en 2008 las obras de un centro de recuperación que pretendía ser el "equipamiento estrella" del Parque de Redes. No se escatimaron gastos y se invirtieron 4 millones y medio de euros en la ejecución de las obras. A día de hoy, el centro finalizado en 2010, completamente equipado con quirofanos, equipos de rayos X, jaulones de recuperación y musculación y todo lo necesario para su puesta en marcha, se encuentra cerrado y tal como afirmó el anterior consejero de Agroganadería y Recursos autóctonos,  su apertura "está paralizada de forma indefinida". Actuamente y a pesar de contar con este centro, no hay presupuesto para ponerlo en marcha después de haber dilapidado esa ingente cantidad de dinero, los trabajos de recuperación de fauna se están realizando en la antigua piscifactoría de Infiesto, en unas instalaciones obsoletas y con unos medios a todas luces insuficientes, lo que añade un mayor mérito al trabajo que allí realizan los veterinarios.
Por último, recordad que siempre que os encontréis un ave o cualquier otro animal salvaje herido, confiad en los profesionales, avisad al 112, al SEPRONA o a los Agentes Medioambientales y ellos se lo harán llegar.