El guión es propio de un telefilme de sábado o domingo por la tarde destinado a propiciar la siesta, lleno de lugares comunes sin interés y lo que es peor filmado con una especie de autocomplacencia (que chachipiruli y supermoderno a que sí lo que estamos haciendo) que pretende hacernos creer que estamos ante un ejemplar más del timo acomodaticio del cine indie cuando se trata de una historia plasta de una niña plasta.
La única duda que me corroe es si la actriz Saoirse Ronan, un pelín crecidita para el papel, es así realmente o se ha esforzado en aparentarlo, pero, desde luego, el resultado, atendido el guión, no da para tanta nominación, así que podríamos decir que la última no la han colado bien colada, cuando todos andábamos buscando algo que sobresaliera un poco, vistos los anteriores estrenos.
La película no da para mucho más ni siquiera en un bloc de notas como éste y tampoco la brevedad autoimpuesta resulta apremiante: baste señalar que el metraje es el más sensato de todo lo visto, poco más de hora y media y aún así, se hace larga, siendo la responsable absoluta la directora que actuando como Juan Palomo escribe el guión y lo rueda ella misma en un alarde de autosatisfacción que hubiese merecido la intervención de unos ojos distintos y quizás entonces la trama hubiese desprendido más autenticidad y hubiese enganchado al espectador, porque lo lamentebla es hallarse ante una historia personal y no poder sentir empatía alguna por la protagonista.
A lo mejor es que es una película destinada a jovencitas en la edad del pavo. Puede que sea eso, que no era para mí. Ya saben: tomen nota, que esta todavía está por llegar a algunos cines.