Quizás es nostalgia por el pasado o quizás otra cosa. Lo que tengo claro es que estos elementos, supervivientes de una modernidad ciega que lo fagocita todo sin pensar en la importancia del ayer, deberían pervivir con la ley en la mano y sin miedo a desaparecer en nuestras calles de la misma manera que lo hacen esculturas y monumentos. Ejemplos y enseñanzas que no cuesta nada respetar, mantener y que siempre suman a favor de nuestro bagaje cultural como Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
He aquí un antiguo taller de coches que lleva haciendo esquina entre Avenida de Guadalajara y la calle Divino Vallés desde hace décadas. Una cartel de 'Se Vende' amenaza en su fachada. ¿Qué será será dentro de nada?